En estos días nos hemos enterado de una serie de “eventos” y “actos culturales” financiados por el Estado que distan mucho de ser cultura y que es una vergüenza que sean financiados con platas “públicas”, es decir que las financiemos nosotros.
Las necesidades son infinitas y los recursos son escasos. Esto es fundamental tenerlo en cuenta porque cuando el Gobierno decide financiar este tipo de cosas, considera que eso es más importante que la seguridad, la salud, la educación y las pensiones, cosas que le importan bastante más a las personas. El Estado no tiene dinero, todo el dinero que tiene se lo quita a las personas desde los impuestos. Y es por eso que todo erario público debe ser muy bien gastado y debidamente rendido a los “contribuyentes”. El Estado no puede malgastar impuestos, ya que eso es doblemente grave. Malgastar lo propio es malo, pero es propio y por tanto es problema de cada uno. Malgastar lo ajeno es doblemente grave, ya que es literalmente quemar dinero que le ha costado esfuerzo a otro. La corrupción pública es inmoral por partida doble.
Entonces, el Estado debe ser doblemente responsable ya que el dinero que administra no le pertenece. Se lo ha quitado a las personas del usufructo del trabajo de éstas. Por lo mismo debe priorizar en las necesidades sociales y garantizar el orden público para que las personas puedan trabajar tranquilas. Esa es la razón de ser de inventar un aparato estatal, sino ¿para qué pagar impuestos? El Estado debe buscar el bien común y entender que se debe en todos los aspectos a las personas. En su ser y monetariamente. Por eso debe priorizar y racionalizar los gastos. Si las personas aceptamos pagar impuestos queremos que sea para mejorar la sociedad y no para empeorarla.
Yo no estoy diciendo que la cultura no sea importante, pero hay que tener claro qué es cultura, qué es arte y nunca debe financiarse desde lo público lo que lleve a la sociedad hacia al mal y no hacia el bien. Pervertir a las personas desde el Estado es perverso y sin duda totalitario.
En estos días supimos de “colectivos artísticos” que recibieron cuantiosos recursos públicos para transmitir ideologías que desde el Gobierno quieren fomentar. Lobby de llamadas “minorías” que disfrazados de “arte” reciben financiamiento para porno trans, adoctrinamiento en feminismo de tercera ola para niños y rock que busca promover “portarse mal”. Todo esto se corona con la exposición en la que se pervierte hasta lo más sagrado para nuestra nación, la misma Virgen del Carmen, Reina de Chile, quien es exhibida con los ojos vendados, vestida de negro y sin el niño Jesús en sus brazos y con fotografías de “supuestas víctimas de derechos humanos” es manipulada al servicio de la idea a instalar. Es cierto que el arte siempre ha sido transgresor y que las vanguardias siempre han existido, pero los artistas vanguardistas vivían las penurias del no financiamiento y desde lo privado lograban avanzar o bien desaparecer.
Lo que vemos hoy es diferente, ya que son recursos del Estado, hay una intención desde el Gobierno que usa el arte, la cultura y la educación para adoctrinar, eso es siempre totalitario. Eso hicieron todos los totalitarismos de los años ’30, decretando qué es arte y qué no y literalmente haciendo piras con libros prohibidos y “arte degenerado”.
El Festival de Viña también fue parte de esto mismo. La alcaldesa frenteamplista decidió ir contra la tradición del monstruo de la Quinta, que era el verdadero juez de los espectáculos fuera de la competencia misma. La idea de ellos es eliminar el mérito en todo sentido, ya lo hicieron en los colegios atentando contra la selección. Ya no quieren evaluaciones de ningún tipo y ahora en el festival dan gaviotas de consuelo hasta a quienes son pifiados, porque son parte de sus soldados ideológicos. Además pareciera ser que la Quinta no albergó a una real muestra de la sociedad, ya que desde las “tallas políticas” las reacciones parecieron “pauteadas” y bastante lejanas a toda encuesta. Todo se vio evidentemente manejado mediáticamente a la perfección.
Pero la ciudadanía no es tonta y entiende que la engañan. El Festival sirvió para “desviar la atención” de lo real, atentados incendiarios y descontrol país a nivel de orden público. Las excusas de las autoridades ya no merecen más comentarios, ya que los memes han tapizado todas las redes sociales con los “conejos pirómanos”. Todo se convierte en excusas ridículas cuando un gobierno no hace lo que corresponde e incluso hace lo indebido. La falsa cultura, “la curtura” es un escándalo mayor que debe ser fiscalizado ya que somos nosotros, cada uno de ustedes, los que lo financiamos. La ideología nubla la mente, pero Chile está hoy despierto y sí entiende.