Como se destacó en el Seminario de Competitividad del Banco Interamericano de Desarrollo y la OECD, por cada dólar que factura un empleado de una Pyme en Chile, un trabajador de una empresa similar en Estados Unidos factura 5 dólares, es decir, es cinco veces más productivo. Una de las mejores formas de atacar este, que es uno de los principales problemas que nos aqueja en Latinoamérica, es implementar masivamente soluciones tecnológicas para disminuir la brecha, acompañando la imprescindible mejora en desarrollo de recursos humanos.

CapturaSin duda, la implementación tecnológica requiere de trabajo y de ciertas medidas para llevarse a cabo. La creciente incorporación de los jóvenes, a quienes no es necesario enseñarles a utilizar la tecnología, a la fuerza laboral, facilita el camino.

Asimismo, es fundamental tener una industria TIC fuerte que pueda ayudar a incorporar y desarrollar la tecnología para que Chile y Latinoamérica, aprovechando su gran ventaja en creatividad, logren transformarse en actores relevantes y más competitivos de la economía mundial.

Debemos apuntar a alcanzar una nueva industria de innovación y emprendimiento que entre sus fortalezas destaque la habilidad de escalar a la misma velocidad que hoy escalan estos emprendimientos en mercados maduros como Silicon Valley, Israel o últimamente, China.

Una primera medida para lograr esta meta es contar con un ecosistema de innovación y emprendimiento sano y articulado, basado en la confianza y el trabajo colaborativo de tres pilares fundamentales como son la academia, la industria y el gobierno. En una región donde la industria  TIC es incipiente, el apoyo del gobierno es esencial para desarrollar un ecosistema de forma sana y armoniosa.

Un círculo virtuoso de emprendimiento contará con las universidades y la industria aportando dealflow, con las incubadoras y aceleradoras apoyando en el desarrollo y rápido crecimiento de las startups, y lo aún menos desarrollado, una sólida industria de Capital de Riesgo, apoyando el crecimiento, para lograr los exits que motivan al ecosistema a crecer.

Un referente a imitar es el exitoso caso del modelo israelí que lleva 30 años replicando el ecosistema de Silicon Valley. De ser un país que se dedicaba básicamente a exportar naranjas y con una población del orden de los seis millones de habitantes, hoy cuenta con uno de los ecosistemas más pujantes y saludables de innovación y emprendimiento. Con una pequeña inversión a sus aceleradoras de 300 millones de dólares, Israel logra exist anuales por ocho mil millones de dólares de estos negocios. No cabe duda que cualquier industria que genere este nivel de resultados para una pequeña economía, tiene un atractivo increíble y es un imán para generar nuevos negocios.

La pregunta que surge es ¿cómo desarrollamos algo similar en los países de Latinoamérica? ¿Cómo generamos un ecosistema de innovación saludable para replicarlo y contagiar a toda la región?

Vale destacar que Chile lleva algún tiempo realizando programas pioneros en la región. Es el caso de Startup Chile, que nace al alero del gobierno como un programa de cambio de cultura hacia la innovación y el emprendimiento, que motiva a los jóvenes a emprender, en lugar de solo proyectarse como un gerente de una empresa.

Para llenar la brecha entre programas como Startup Chile y un fondo de inversión, surgen aceleradoras como por ejemplo Imagine Business Lab con el objetivo de ayudar a los emprendimientos a escalar y crecer de manera exponencial. Creada por empresarios de la industria tecnológica en Chile y en proceso de expandirse a Perú y Colombia, Imagine va más allá del aporte de fondos, se propone guiar a los emprendedores para definir su modelo de negocios óptimo, sus procesos, sus clientes, el mercado al que deben dirigirse, entre otros elementos claves del éxito de un emprendimiento. Asimismo, les brinda apoyo en temas legales, administrativos, comerciales y los potencia con redes locales e internacionales de contactos.

Estas iniciativas deben escalar a nivel regional para desarrollar emprendimientos de alto nivel y un mercado atractivo, ya que individualmente los mercados de los países de Latinoamérica, por sus escalas, no son significativos para la industria. Por eso, es clave apuntar a mercados como la Alianza del Pacífico, que abarca 214 millones de personas. Un mercado de esa magnitud, ya justifica la creación de los emprendimientos para que estos luego escalen a nivel global. Si logramos este ecosistema pujante, como las TICs son una industria que mejora transversalmente la competitividad en todas las otras industrias, vamos a lograr una Latinoamérica no solo creativa y pacífica, sino alcanzando su potencial de desarrollo.

 

Luis Stein, Director Imagine Business Lab.

 

 

FOTO: DAVID VON BLOHN/ AGENCIAUNO

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