El paso del Bus de la libertad por nuestro país ha dejado instalada la pregunta sobre si existe o no la ideología de género. Antes de intentar responder, llama la atención la ambigüedad con que se usa el término. En estos días, circulan desde memes irónicos en que hablando de género, aparece una tienda con telas de distintos colores, hasta el uso común del lenguaje que no distingue entre sexo y género.
Si hablamos primero de la teoría de género, no de la ideología, ésta tiene su origen en el feminismo estadounidense de los años 60-70 y es por eso que muchas personas, cuando se habla de género, lo asocian con mujeres. Las tendencias emancipadoras de la época defendían que las diferencias entre el hombre y la mujer no corresponden a una naturaleza fija, sino que son construcciones meramente culturales y convencionales. La filósofa francesa Simone de Beauvoir escribió en su célebre libro El Segundo Sexo que “mujer no se nace, se llega a serlo’’.
En los últimos años ha sido la filósofa norteamericana Judith Butler —una voz influyente en la teoría de género y autora en los 90 del libro El género en disputa— la que introdujo una nueva variable, distinguiendo entre sexo, género y sexualidad. Lo que ella cuestiona es el binarismo sexual entre hombre-mujer y le da un valor en sí mismo al deseo y al inconsciente. Su tesis ha sido adoptada por las organizaciones transexuales.
Las autodefinidas minorías sexuales (aunque en el caso de las mujeres, numéricamente no lo son) y gays, hoy más amplio en la sigla LGTBI, lo que buscan es la igualdad de derechos. Por eso en Chile el Sernam pasó a llamarse en este Gobierno Ministerio de la Mujer y de la Equidad de Género.
Hasta aquí algo de la teoría de género, pero cuando hablamos de ideología nos circunscribe a un conjunto de ideas que caracterizan a una persona o movimiento cultural más bien cerrado y a ratos totalitario. La ideología de género sí existe, e inspirada en la teoría del mismo nombre, se ha expandido por la sociedad, olvidándose en primer lugar del sufrimiento humano que hay en muchas historias de personas pertenecientes a minorías sexuales, que ha sido reemplazado por pancartas y campañas de lobby. Al mismo tiempo, intenta presentar como verdad universal algo que es una teoría, como muchas otras que han existido en la humanidad.
Normalmente, una ideología está dirigida a la masa, no te hace pensar, sino aceptar eslóganes políticos escondidos de buenas intenciones, pero que tienen asidero parcial en la realidad. Un solo ejemplo: “hombres y mujeres son iguales”. ¿Alguien podría estar en contra de eso? Por supuesto que no. Ambos sexos debiéramos tener igualdad de derechos y oportunidades, pero es evidente que desde lo biológico en adelante no somos iguales. Al separar el cuerpo de las influencias culturales lo que se propone es una reducción del ser humano donde se deslegitima el carácter inseparable de materia-espíritu. Contrario a lo que se podría pensar, la ideología de género termina anulando la diferencia, no sólo física, sino también la diversidad singular, es decir, lo que hace propia y distinta a una persona de otra.
La conversación la dejo abierta, porque más que dar una respuesta definitiva a la pregunta inicial, la invitación es a seguir hablando con respeto sobre teoría e ideología de género, y a no tener un diálogo de sordos como el de esta semana.
María Paz Lagos V., periodista y magíster en Ciencia Política
FOTO: PABLO OVALLE ISASMENDI/ AGENCIAUNO