Hendrik van Nievelt: Pause-Play
Es importante que la autoridad advierta que no tiene en manos sólo un problema sanitario y económico, sino también una sociedad en el diván, impactada sicológicamente. Ella necesita percibir ciertas seguridades. En concreto que no le faltará asistencia sanitaria y no pasará hambre.
Sólo la perspectiva del tiempo nos permitirá dimensionar la naturaleza y profundidad de los cambios que provocará esta pandemia. Hoy sabemos, por ejemplo, que la Peste Negra de 1347 no sólo causó el mayor desastre demográfico de nuestra civilización occidental, sino que contribuyó decisivamente a la declinación del feudalismo y a la pérdida de influencia espiritual de la Iglesia. La Gripe Española, por su parte, influyó en el término de la I Guerra Mundial y en la revalorización del rol de la mujer en la sociedad. ¿Qué escribirán los historiadores de esta pandemia en 20 años, en un siglo?
A priori, creo que dos hechos les llamarán la atención. El más evidente es el salto en la adopción de tecnologías digitales, la adopción rápida y masiva de herramientas remotas para trabajar, estudiar, comprar y comunicarse. Internet se ha convertido en un elemento esencial de nuestras vidas, tan importante como la electricidad y el agua potable.
El otro fenómeno que también pienso destacará será el profundo efecto sicológico que provocó la pandemia. La mayoría de la población mundial ha vivido en un mundo sin guerra y con un nivel de bienestar material y avance sanitario inédito en la historia de la humanidad. Y de repente nuestra vida se congeló como si alguien hubiese apretado una tecla de “Pause” y nos enfrentamos de nuevo a viejos enemigos que creíamos derrotados: el hambre y la posibilidad de la muerte.
No estamos preparados emocionalmente para desenvolvernos en este nuevo escenario cambiante y sin certezas. Y sobre todo de espera, que se desarrolle prontamente una vacuna o tratamiento que elimine el virus, apriete de nuevo el “Play” y nos permita volver a cierta normalidad.
Es importante que la autoridad advierta que no tiene en manos sólo un problema sanitario y económico, sino también una sociedad en el diván, impactada sicológicamente. Ella necesita percibir ciertas seguridades. En concreto que no le faltará asistencia sanitaria y no pasará hambre.
Desde ese punto de vista se requieren medidas no sólo eficaces para disminuir el contagio y contener los efectos económicos de la cuarentena, sino que también emocionalmente tranquilizadoras. Visualizar los aviones descargando cajas de insumos médicos y respiradores; la inauguración de nuevos hospitales y el reparto de cajas de alimentos son acciones en esta línea. Necesitamos que la sociedad esté psicológicamente recuperada para cuando se apriete de nuevo “Play”.
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