En días recientes, en un almuerzo con los parlamentarios oficialistas que participan en las comisiones de Hacienda de la Cámara y el Senado, el ministro Felipe Larraín les dio a conocer que haciendo un análisis del estado de las arcas fiscales heredadas de la administración Bachelet, se han encontrado con “sorpresas”, señalando en concreto que se trata de proyectos comprometidos que no contarían con el financiamiento necesario para implementarse, con lo cual la situación fiscal sería más grave de lo que se creía.
En ese mismo escenario, el ministro Larraín no quiso dar detalles, porque es un proceso que está en desarrollo, señalando que se conocerán antecedentes cuando se anuncien medidas de austeridad fiscal, según informa la prensa.
En otras reparticiones a lo largo del país, la inamovilidad de los funcionarios que quedaron amarrados a última hora les ha impedido a diversas autoridades poder nombrar a gente de su confianza, con lo cual la acción del gobierno se verá entorpecida por razones políticas, al estar obligado a quedarse con personas que le deben sus puestos a la administración anterior. Es importante recordar que en el gobierno de Bachelet el gasto en honorarios aumentó en un 60% y los viáticos en 44%, y el gasto en personal y bienes y servicios se incrementó en US$3.500 millones aproximadamente, casi la mitad de todo lo que recauda la reforma tributaria en un año.
¿Qué otros esqueletos habrán estado guardados y se encontraron después del 11 de marzo? A mi parecer, las expectativas con que la ciudadanía eligió a este gobierno podrían verse frustradas si éste no logra desarrollar exitosamente su programa. Pero obviamente que para lograr aquello se necesitan recursos financieros y gente dispuesta a colaborar. Si las sorpresas comentadas por el ministro Larraín implican que los recursos disponibles son incluso inferiores a los ya recortados después de que se supiera el real déficit fiscal, es de toda urgencia que esto se dé a conocer al país, para evitar que se generen falsas expectativas.
El país debe tener claro que sólo por el endeudamiento en que incurrió el gobierno de Bachelet, que hoy es cercano a los US$69.000 MM, parte de los ingresos fiscales se deberán usar en pagar intereses que oscilan entre los US$1.200 – US$1.400 MM.
Habiendo expuesto lo anterior, creo de la mayor urgencia transparentarle al país la realidad con qué se encontraron las nuevas autoridades al asumir sus cargos, los nudos gordianos que quedaron instalados y, más relevante aún, cuál es la verdadera situación fiscal.
Aún más, después de conocer las declaraciones del ministro de Hacienda en el almuerzo con los parlamentarios oficialistas, si las sorpresas con que se encontraron y que están examinando las nuevas autoridades implican que la situación fiscal es aún más grave de lo que se pensó originalmente, debiera ser el Presidente Sebastián Piñera quien, dirigiéndose al país en cadena nacional, expusiera con todo detalle lo que se heredó del gobierno de Bachelet y lo que implica.
Lo anterior debiera ocurrir simplemente por una elemental razón de principios: conocer la verdad. La verdad genera confianza, lo que hoy más que nunca se necesita, y sin duda el país tiene el derecho de saber —y el gobierno, por su propio bien, el deber de informar— en qué real situación nos encontramos.
Sacar los esqueletos del clóset y exponerlos a la luz pública es lo mas sano que este gobierno podría hacer para que todos los chilenos tengamos meridianamente claro en qué situación se recibió el Estado y qué restricciones presupuestarias le impuso dicha situación para el desarrollo de su programa y el bienestar de todos los chilenos. De lo contrario, las frustraciones serán difíciles de manejar.
Jaime Jankelevich, consultor de empresas
FOTO: SEBASTIAN BELTRÁN GAETE/AGENCIAUNO