Hace rato que lo sabemos, entonces, ¿por qué todavía nos sorprende?

Sabemos que gracias a la irrupción de la tecnología el mundo se globalizó, democratizando el acceso a la información, volviendo transparente cualquier acción o contenido; mientras coexisten diversidad de pensamientos, creencias y visiones en la aldea global, componiendo una nueva “geografía”. Desde luego, cohabitamos con personas de diversas nacionalidades y creencias en el mismo territorio. La realidad concreta y virtual permite esto y mucho más.

Por ello, para recorrer exitosamente la nueva “geografía” ya no nos sirven los mapas antiguos. Hoy la lleva…Waze. Los mapas antiguos estaban predefinidos e impresos y, sólo una vez cada tanto sufrían una corrección o actualización. Hoy las personas, masivamente, prefieren guiarse por aplicaciones nuevas como Waze, porque ésta va buscando la mejor ruta en cada momento, la cual depende del comportamiento del resto en ese preciso instante y lugar.

En política parece estar ocurriendo algo semejante: las elecciones son democráticas a través del voto, pero el proceso se volvió poco predecible desde que es voluntario y las campañas son mayormente digitales e intervenidas por las redes sociales. Hoy compartimos información virtual con nuestras comunidades por tantas vías como nos apetezca; en esa realidad, todo puede cambiar según el momento y el lugar.

Entonces, observamos dos fenómenos que responden a la misma lógica: las encuestas no logran predecir, y la gente no se identifica con los políticos.

Los encuestadores ya no se atreven a predecir y ponen a disposición de la ciudadanía los datos. Seguramente, están buscando una nueva forma de interpretar que responda a esta nueva “geografía” que regimos entre todos. Por su parte, los políticos no logran identificación con esta ciudadanía diversa, porque las encuestas, que en eso no se equivocan (son datos), hace rato vienen diciendo que hay un desprestigio total de los “grupos de siempre”, en cuya lista puntean los políticos. Éstos no están logrando una buena identificación con la gente porque siguen viendo al votante como seguidor y lo cierto es que, en gran parte, es al revés.

Los candidatos tendrán que volverse seguidores de sus probables votantes; necesitan leerlos si quieren lograr identificación mutua, pero leerlos más allá de la superficie y las formas, para llegar a su corazón. El mismo problema tienen los encuestadores, cuentan sólo con una muestra y la diversidad es tan inmensa y cambiante que no les permite predecir lo que está en el fondo del corazón de los votantes.

Es decir, ya no se llega de manera segura y exitosa a los mismos lugares utilizando los mismos mapas. ¿Por qué? Porque los mapas antiguos se basaban en la verticalidad del poder, en el más amplio sentido de la palabra, y ahora existe el poder horizontal.

Por lo tanto, los poderes de siempre continuarán siendo cuestionados y terremoteados una y otra vez; porque la dinámica cambió, sin vuelta atrás.

El país se lee mirando al futuro, el pasado dejó de ser parámetro.

 

Mónica Reyes, profesora y máster en Historia

 

 

PRODUCCION: SANDRO BAEZA/AGENCIAUNO

 

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