Cuando tomo la única alternativa disponible, no decido

En la votación por los 4/7 para reformar la Constitución el gobierno terminó por decantarse hacia la única opción que le quedaba, que es lo mismo que decir que se quedó sin opción propia.

Puede que en este caso no sea algo tan determinante puesto que, en la práctica, no cambia mucho para efectos de lo que suceda con posterioridad al plebiscito. Si gana el Apruebo, esta decisión no se puede aplicar y, si gana el Rechazo, lo que importa es el consenso político entre oficialismo y oposición sobre contenidos y modalidades a elegir para reformar.

Pero lo que sí está importando es que el Ejecutivo ha quedado en esta oportunidad reducido a una jugada obligada y esa no es una buena señal para quienes tienen que liderar la nación. Si los acontecimientos te gobiernan, es bien difícil saber a quién estás gobernando tú.

Que la administración de Boric había quedado encajonada es algo que advirtieron de inmediato el presidente de RD, Juan Ignacio Latorre, y senadores socialistas incluyendo a Álvaro Elizalde. Por eso Latorre dijo que esta iniciativa, aplicada en este momento, solo beneficiaba a la derecha, sin que tuviera que ceder en su capacidad de evitar con sus votos cualquier reforma que no le guste. Tenía razón.

Los socialistas presentaron una iniciativa paralela, bajando aún más los quórums para las reformas constitucionales. Se podía trabar la iniciativa presentada por senadores DC y Pedro Araya, cambiando el eje de la discusión al tema, nunca tocado, de los contenidos de las reformas que se quieren aprobar. Fue una iniciativa que llegó tarde y una definición de partido, no de coalición ni de gobierno.

El problema está en que esta golondrina sí puede presagiar verano. Es una muestra de lo que le sucede a un gobierno que no tiene mayoría en el Parlamento. Basta con que algunos senadores de centroizquierda cambien de posición para que quede a merced de otros.

Si el gobierno de Boric sigue siendo minoría y no amplía sus acuerdos a más sectores, a las reformas que presente como proyecto de ley les irá tal como le ha ido en esta oportunidad. Ante lo cual, y para no dejar en evidencia su debilidad, prefiere aparecer sumándose a una iniciativa que puede mirar cómo se aprueba frente a sus ojos, pero sin que pueda hacer nada para impedir que pase.

Cojeando de los dos pies se camina bajito

Tal como van las cosas, el gobierno se encamina a una sucesión continua de derrotas. En un caso como este, cuando se tiene problemas serios en el Congreso, hay que poder sostenerse en el otro pie que tiene cualquier gobierno, que es su capacidad de gestión. Pero resulta que en este aspecto también se tienen dificultades.

El gobierno de Boric no ha tenido que enfrentar una oposición muy presente, la que sólo se ha activado en las últimas semanas. En cambio, ha tenido que superar muchas dificultades cuyo origen proviene del propio Ejecutivo. La cantidad de errores no forzados ha sido importante, y ha incluido a la jefa de gabinete, que es la encargada de hacer que sus pares actúen a la altura de las circunstancias.

En vez de liderar, el gobierno se ha dedicado a reparar desperfectos en su maquinaria interna. No basta con tener un ministro de Hacienda experimentado, como ocurriría si los tiempos fueran de bonanza. Si estamos en un periodo de incertidumbre y de rebrote inflacionario al que nos hemos desacostumbrado, Mario Marcel podrá contener las peores tendencias y mantener el timón firme, pero no será suficiente.

La especialidad de Boric no es la administración del aparato estatal, en cambio es un político experimentado con buena capacidad comunicacional, asistido en la presidencia por un equipo de asesores solvente. Esas son sus fortalezas. En complemento, alguien tiene que dirigir la orquesta para que no desafine y esa figura no existe en el equipo actual.

Si el gobierno cojea simultáneamente en respaldo parlamentario y en la gestión interna del Estado, solo puede conseguir un mal andar, parejo pero patoso. Y, sin embargo, tiene una oportunidad.

Después de la noche del 4, amanecer el 5 de septiembre

Tras el plebiscito, Chile necesitará de un Presidente muy activo. No importando la opción que se imponga en la ciudadanía, el país quedará dividido en sus opiniones y carecerá de un rumbo preestablecido por falta de un acuerdo amplio. Por eso, el Presidente Boric tiene que convocar a todos los sectores políticos, apenas se conozcan los resultados, llamándolos a un acuerdo tan necesario como el anterior pacto por la paz.

Sin ninguna duda los líderes de los partidos y del Congreso responderán positivamente al llamado. Esto despertará un sentido de unidad nacional tan necesario como el debate que habrá recién concluido.

Pero, contando con una buena voluntad transversal, será el equipo político de La Moneda el que tendrá que facilitar acuerdos complejos, que incluyen las principales reformas a incorporar al texto constitucional que esté vigente, definir una modalidad de trabajo de acuerdos, establecer un cronograma exigente y el procedimiento de ratificación popular que se va a emplear.

Se requerirá un equipo que solucione problemas, más que un equipo especializado en meterse en problemas. Simplemente no habrá espacio para los errores. Aún en el escenario de ser derrotado en el plebiscito, el gobierno puede ganar el pos-plebiscito, si tiene la altura de miras que le permita unir al país y resolver bien el proceso constitucional que va a quedar a mitad de camino. Por el bien del país, esperamos que aproveche la oportunidad para ejercer el liderazgo, porque no habrán otras posteriores si fallara en el momento decisivo.

*Víctor Maldonado es analista político.

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