Revisando las franjas televisivas de los precandidatos presidenciales, con miras a las primarias de hoy, me encontré con atractivos recursos audiovisuales para mostrar ideas en cinco segundos, con emotivos relatos biográficos de los candidatos, seductores proyectos de trenes que cruzarán Chile, elocuentes mensajes de que se acabará con la antigua forma de hacer política y, por supuesto, con pegajosos “jingles” de campaña.

Sin embargo, para efectos de lo que yo quería saber -cómo abordarán los desafíos de ser un país cada vez más longevo-, la franja fue como sol de invierno: entibió poco mis ganas de ir a votar. Mejorar las pensiones de los adultos mayores se ha transformado casi en un cliché. Si partimos del supuesto que en la franja televisiva cada candidato buscaba visibilizar sus mejores propuestas, me quedó la sensación como telespectador que la única manera de optimizar la calidad de vida de las actuales y futuras generaciones de mayores en nuestro país es aumentando un poco la jubilación. Una mirada bastante reduccionista del bienestar.

Si consideramos sólo el factor ingreso, apenas el 6,6% de las personas mayores está en situación de pobreza en Chile, según la última encuesta Casen. Esto equivale a un tercio de la pobreza que afecta al tramo etario 0-17 años y muy por debajo de cualquier otro grupo de la población. O sea, si miramos solamente el ingreso, la gente de edad acá vive sus años dorados y, por lo tanto, no extraña que los candidatos le pongan poca inspiración a los planes y programas dirigidos a la vejez, centrándose sólo en responder a la demanda social que protesta en las calles en contra el actual sistema previsional.

Sin embargo, hoy existe consenso de que el ingreso per cápita resulta insuficiente para medir la real situación de vulnerabilidad que viven las personas. El Ministerio de Desarrollo Social también lo sabe, por eso la Casen entrega además la cifra de pobreza multidimensional, que incorpora las variables de educación, salud, vivienda, trabajo, seguridad social, entorno, redes y cohesión social. Y atención, que ahí el escenario cambia: el 21,6%, es decir, 664.330 chilenos de 60 años y más sufre pobreza multidimensional; valor que está por encima de la media nacional del 20,9%.

Para construir hoy el país que queremos, para que vengan tiempos mejores, para crear hoy el Chile del mañana, para vivir en un Chile diferente, para que haya confianza que cambia Chile y tanto eslogan bonito que se escucha en estos días, hay que partir por definir los problemas sociales de manera integral. Nos basta con subir las pensiones y promover un trato respetuoso a los mayores. Hay que proponer soluciones concretas y de amplia cobertura (no solo programas pilotos) que, por ejemplo, ayuden a miles de familias a conciliar su trabajo con el cuidado a sus familiares envejecidos (más del 90% de los mayores que requieren cuidados lo reciben de parte de un familiar), donde muchas veces la hija deja el empleo porque no tiene cómo pagar por esos cuidados. Debemos pensar en los adultos mayores (1 de cada 8) que no tienen hijos o que, aun teniéndolos, nadie los visita. O en los casi 200 mil que sufren de Alzheimer, mal que enferma a todo un sistema familiar.

También en paralelo hay que pensar en los seniors que están plenamente activos, para que sigan capacitándose y manteniéndose competitivos en un exigente mercado laboral, de manera de no quedar antes de tiempo fuera del juego. Y cuando ya se aproxime la edad de retiro, acompañarlos y darles herramientas (no sólo bonos por retiro anticipado o aumentos de pensión), para que puedan transitar humanamente desde la adultez media hacia la vejez, de manera que no sientan que se acabó el sentido de vivir y sólo les queda esperar llenarse de enfermedades. La jubilación no deprime meramente por las bajas pensiones, sino por la pérdida de rol social.

Es perentorio fomentar desde las salas de clase que envejecer es parte del proceso natural de todo ser humano y que la vejez es solo una etapa más de la vida, no el ocaso; que Chile es un país longevo como consecuencia de los avances hacia el progreso que tanto anhelamos, y que más vale preocuparse desde el comienzo del autocuidado en salud, las relaciones afectivas y la previsión. Ya sabemos que viviremos harto, hay que instalar ahora una cultura que invite a hacernos responsables de vivir esos años adicionales en buena condición. Debemos pensar en los futuros adultos mayores, en el que hoy tiene 40 años, pero que envejece en una sociedad que no está preparada para satisfacer sus demandas de participación, trabajo y salud. De esa manera también se ahorra para la vejez.

Señores candidatos, sigan dándole al tema de las pensiones, es correcto, pero no se olviden de mirar con sus equipos de asesores la parte de abajo del iceberg, que es el verdadero gran bloque de necesidades que necesitamos abordar si queremos llegar a ser una sociedad socialmente avanzada y que no se nos hunda antes el buque.

 

María Paz Carvajal D., socia directora de 60 y Más Consultores

 

 

FOTO: FRANCISCO CASTILLO D./AGENCIAUNO

 

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