Durante los últimos 50 años nuestro país ha sufrido una serie de acontecimientos que, con sus respectivas luces y sombras, han puesto a prueba la capacidad de todos los chilenos para levantarse, superarlos y salir adelante, gracias a la firme voluntad y decidido liderazgo de diversos actores, pero sobre todo gracias a la generosidad y solidaridad de nuestros compatriotas. Son estos niveles de voluntad, liderazgo y generosidad, los que permitieron conducir al país hacia los mayores niveles de prosperidad y paz que ha tenido.

Veamos algunos de estos casos. No es mi intención hacer una defensa o crítica a cada uno de ellos, sino poner algo de perspectiva histórica y destacar que la crisis política y social que vive actualmente el país no ha sido ni la primera ni será la última que vivamos. En todas ellas, el país -como un todo- ha ganado y ha avanzado hacia mayores niveles de libertad, prosperidad y paz. Y no me olvido de los costos y sufrimientos de aquellos compatriotas más perjudicados.

Entre los años 1970 y 1973, vivimos años de división, polarización y dolor. Tan dolorosos, que nos demoramos años en recomponer la unión entre chilenos. A pesar de esta violenta división, fuimos capaces de sacar a Chile adelante. Hoy, parece que se nos olvidó todo lo que nos costó y los más optimistas podríamos pensar que habíamos aprendido la lección de vivir y convivir en los extremos.

En 1978, fuimos capaces de lograr la paz con Argentina en unidad. El intento de algunos sectores de las FF.AA. del país transandino por llevar a ambos países a la guerra fue apaciguado gracias a la intervención de San Juan Pablo II y al amplio apoyo de ambos pueblos que querían la paz. Así, Chile se salvó de la guerra y ganó la paz.

En 1989, fuimos capaces de recuperar la democracia. Luego de haberse cumplido una hoja de ruta constitucional y bajo una nueva institucionalidad, el país recuperaba su larga tradición democrática, a través de elecciones libres, dejando atrás años de desencuentros, confrontación y dolor. Contra la incredulidad de muchos, el país tomaba un rumbo que permitiría desplegar, con perfeccionamientos de por medio, un modelo de desarrollo exitoso en lo político, económico y social, que, entre otras cosas, derrotaba a la pobreza extrema. Así, Chile recuperaba su democracia y ganaba el combate contra la pobreza.

En 2010, fuimos capaces de levantar al país después de un devastador terremoto. En esta oportunidad la naturaleza nos ponía a prueba como país. Y gracias a la generosidad y solidaridad de todos, fuimos capaces de levantarnos con unidad. Así, Chile ganaba la guerra contra la adversidad.

Aunque los contextos en que ocurrieron cada uno de estos acontecimientos -y sus causas y responsables- son diversos, en todos ellos hay ciertos elementos comunes. Desde luego una crisis, ya sea institucional, bélica, política, social o de la naturaleza. Además, en cada una de ellas, han existido lideres capaces y responsables, que han logrado conducir al país para salir de la crisis. Pero por sobre todo han existido chilenos y chilenas que han sido capaces de deponer sus diferencias, sentarse a dialogar y buscar soluciones en unidad. En esta ocasión, es la batalla en contra de la desigualdad o inequidad lo que aparece como el principal desafío.

Mientras aún se analizan las causas de la actual crisis y sus soluciones, de una cosa estoy seguro: como chilenos vamos a ser nuevamente capaces de levantar al país y pensar en el Chile de los próximos 40 años. La historia reciente así lo avala.