¿Se deberían eliminar las clases de filosofía en los colegios? Fue la pregunta que hice en LinkedIn y que respondieron más de 100 profesionales. El 99% de ellos argumentó que NO le parecía, y no me queda más que compartir con ustedes la siguiente reflexión.

Los profesionales chilenos valoramos sobremanera la formación humanista, en general, y la asignatura de filosofía, en particular. Por otra parte, somos más realistas, visionarios e innovadores que nuestras autoridades, y por supuesto vamos más rápido que las decisiones políticas, que en general poco nos interpretan.

No solamente sentimos una fuerte valoración por el “arte de pensar”, sino que consideramos que debería enseñarse adecuadamente, partiendo por la formación de los propios profesores; porque la idea es que en clases de filosofía no se entregue información envasada acerca de los grandes pensadores, sino que ellos sirvan de referente para hacer surgir nuevas ideas, pensamiento fresco y a los nuevos grandes pensadores del futuro.

¿La meta es alta? Sí. ¿Suena idílico? Sí. Pero ¿sabe qué? Educar es eso: perseguir ideales, porque para el ser humano el límite es el infinito. Quienes somos humanistas lo sabemos y creemos en ello, y al parecer, el resto de los profesionales también lo sabe. Para tener nociones claras de ello no se necesita más que el sentido común o recurrir al primer paso del método científico: la observación. Y siempre está el válido recurso de hacer la pregunta por redes sociales y percibir la voz de la ciudadanía o al menos una muestra de ella, que hoy por hoy es tan fuerte como la voz de un experto.

Entonces, necesitamos profesores cuestionadores, pensantes, innovadores, y que hagan preguntas que no tienen respuesta única. Sólo así podremos desarrollar las habilidades de pensamiento de nuestras futuras generaciones y potenciar su capacidad sin límites. Reiteradamente, los científicos hacen referencia a la ilimitada capacidad de nuestro cerebro, por ello el asunto no está en discusión. Y la pregunta es: ¿qué estamos esperando?

En un Chile de cara al desarrollo, que es lo que todos queremos y buscamos, no sólo no podemos eliminar la asignatura de Filosofía, sino que deberíamos agregar otra de Pensamiento Crítico y, sí no caben ambas en la malla curricular, que al menos se enseñe filosofía con una metodología que desarrolle, verdaderamente, la capacidad de pensar.

Es de esperar que las futuras autoridades, todos profesionales bien preparados, tengan el mismo sentido común y capacidad de observación que nosotros y escuchen nuestra voz.

 

Mónica Reyes, profesora y master en Historia

 

 

FOTO: PABLO VERA LISPERGUER/AGENCIAUNO

Deja un comentario