Mañana se conmemora el ya llamado 8M, día internacional de la mujer proclamado por la ONU en 1977 «Día Internacional de los Derechos de la Mujer y de la Paz Internacional». La fecha había sido establecida por Clara Zetkin, en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague como «El Día de la mujer trabajadora».
Esta fecha que nació de la mano de la ideologización del movimiento feminista ha sido también el emblema de los feminismos de segunda y tercera ola que han buscado diluir lo que es ser mujer. Como diría Edith Stein un modo de ser del ser personal. Ver, entender y aportar al mundo desde nuestra feminidad.
La primera ola de lo que hoy llamamos feminismo surgió en la búsqueda de la participación política, las llamadas sufragistas. De hecho, los primeros que pidieron la participación política de la mujer fue el mundo liberal y conservador. En el Reino Unido, John Stuart Mill, el llamado último liberal clásico, será el gran paladín de la causa. En Chile será el diputado conservador Abdón Cifuentes. En ese entonces, tanto en el mundo como en Chile, las izquierdas no querían que la mujer votase, porque éstas eran muy conservadoras y no votarían por ellos. Desde siempre la causa fue instrumental.
Desde fines del siglo XIX la izquierda logró penetrar con sus ideas al mundo femenino y surgió un movimiento de feminismos de izquierdas. El mundo sufragista será variado como movimiento, con participación de conservadoras, liberales, socialistas y marxistas. En esta línea se enmarcan Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo, marxistas alemanas.
La segunda ola de “feminismos” vendrá de la mano de la reinterpretación estructuralista neomarxista que se enfocará en el concepto de diferencias en relación a la incorporación de la mujer en el trabajo. Ya la propia Simone de Beauvoir consideraba que la batalla de integrarse al trabajo había sido ganada. Llegará entonces de la mano de la deconstrucción el “feminismo de tercera ola”, ese que busca eliminar el concepto de mujer como tal, repudiando la evidencia de lo femenino desde la potencialidad hacia la vida. Exigiendo la igualdad esencial con el hombre y luego trasladará la lucha de clases a la lucha de mujeres contra hombres. Una especie de guerra.
El mundo actual intenta dividir y generar estancos sociales que acusan ser minorías discriminadas. Para evitar la ofensa de sensibilidades la idea de incluir ha ido más allá de la realidad misma. Es por eso que se hace necesario volver a la visión antropológica profunda de lo que es el ser humano -el único ser no determinado por su naturaleza. Eso significa que lo que nos hace humanos es nuestra libertad e imaginación que es lo que permite que exista una mismidad-individualidad.
Las personas tenemos biografías, construimos nuestra vida en base a nuestras decisiones. Es la razón la que le muestra a la voluntad algo como bueno y verdadero y es entonces cuando la voluntad lo desea. La verdadera libertad siempre busca el bien, ya que la persona busca ser feliz. Es inherente al ser humano la naturaleza espiritual que busca la trascendencia. Esto es esencial tenerlo en cuenta porque no hay una persona igual a otra y por tanto la riqueza del factor humano es por lejos la más increíble y dinámica.
Toda persona es distinta por lo que la minoría más mínima es la persona. Cada persona es un mundo que no puede rotularse ni etiquetarse en colectivos instrumentales. Nadie es igual a otro por lo que el concepto de persona incluye a todos. La idea de generar colectivos diferenciados ha ido fragmentando la realidad humana y contraponiéndola unas contra otras. Esto aplica a todos los estancos instrumentalizados desde la ideología, las llamadas minorías que desde la victimización buscan lograr prebendas y privilegios otorgados por el Estado.
Esta segmentación no le hace bien a la sociedad y tampoco a las empresas, a las que las leyes de cuotas obligan a fragmentar de modo constante. Causas justas como el feminismo, o apoyo y valorización de lo femenino en la sociedad, el antirracismo que buscaba el fin del no reconocimiento del ser personal libre en otros. El feminismo inicial que buscaba participación política en la sociedad fue mutando en su segunda y tercera ola a una visión ideologizada que ha intentado poner a mujeres contra los hombres. Eso es lejano a la realidad misma, toda ideología lo es.
La realidad está constituida por hombres y mujeres y cada uno desde su modo de ser masculino y femenino son un aporte de lo diverso. Esto da riqueza a toda realidad, a la sociedad y sin duda a la empresa. Ser mujer es un modo de ser, que marca a la persona individual desde lo femenino para entender y aproximarse a la realidad. No somos iguales a los hombres, somos distintas, somos mujeres. Ser mujer es parte de nuestra naturaleza como persona, que como ser potencialmente abierta a la vida, se actualice o no, tiene una visión incluyente y acogedora. Nuestra mirada del mundo es diferente y eso enriquece todo espacio.
Hoy se busca el trabajo en equipo, pero ¿qué equipo hay cuando son todas las miradas iguales? Un verdadero equipo alcanza su riqueza en la diversidad real de la vida. Un real equipo incluye personas de diversas disciplinas, distintos sexos, distintas edades, distintas miradas. Ese es el factor de mayor riqueza de la sociedad y de toda empresa dentro de ésta.
Mujeres y hombres somos tan capaces unos y otros, pero somos distintos y es esa diferencia la mayor riqueza para toda la realidad. Las empresas deben comprender que es en el factor persona donde radica la mayor innovación y creatividad y que el trabajo en equipo realmente diverso fomenta la creación de nuevas ideas y enriquece desde la bajada de esas ideas en productos valorados por el mercado a toda la sociedad.
Es por eso que, en vez de fragmentar debemos incluir, eso implica aceptar de modo real las diferencias personales y las capacidades reales de cada persona. Las mujeres tenemos mucho que aportar desde nuestra mismidad y no necesitamos cupos especiales para aportar a la sociedad, ya que eso supone que somos inferiores y necesitamos forzar la realidad para tener un espacio.
Nuestra fuerza interna nos ha hecho abrirnos caminos de participación evidentes hoy, pero siempre hemos construido sociedad e historia y sin duda el mundo es mejor con nosotras. Hombres y mujeres en complemento es la realidad.