Violenta cuando, a raíz de la publicación de la última cifra de desempleo que marcó 6,8% en el trimestre móvil julio-septiembre, una autoridad como la ministra del Trabajo dice “el bajo crecimiento económico no ha impactado dramáticamente”. Pero este resultado es nefasto, considerando que en el mismo período del año anterior el desempleo fue 0,4 puntos porcentuales más bajo, o 6,4%.

Las declaraciones de la ministra siguen mostrando algo en lo que majaderamente he insistido, que es la indolencia del Gobierno cuando se trata de los que menos tienen y más sufren. Una familia sin ingresos producto del desempleo genera una desazón brutal entre sus miembros: el padre se angustia, la madre queda desolada y los hijos sufren el rigor de no tener qué comer.

Este Gobierno ha generado un tercio de los empleos que generó Sebastián Piñera en el mismo período: sólo 210 mil nuevos puestos de trabajo, versus los 682 mil del ex Presidente. Obvio que las explicaciones de la actual administración dirán que hay un freno en la economía chilena, porque nunca se harán cargo realmente de que esto —que es mucho más que un frenazo— lo produjeron las desconfianzas institucionales a las que aludió el ex Presidente Ricardo Lagos, la mala reforma tributaria que cuestionaron tantos ex ministros de Hacienda de la Concertación y la pésima reforma educacional que impactará negativamente a las familias chilenas.

No es casualidad que hoy veamos a la DC congelando su participación en el Gobierno, ya que en ese partido se dan cuenta de que los resultados de la mala gestión gubernamental les pasaron la cuenta en la elección municipal. La soberbia del ministro del Interior, Mario Fernández, al decir que la elección municipal recién pasada sería la gran encuesta política, le dio un portazo en la nariz, y con ellose ha producido una suerte de desmembramiento político de la nueva Mayoría.

Nuestro país merece más y mejores políticas públicas, no podemos conformarnos con esperar nuevas autoridades para que de una vez por todas retomemos el camino del crecimiento económico. Estamos en la etapa final de este gobierno y a partir de ahora pasamos a presidencializar todo lo que queda hasta octubre 2017.

Será un año en que la sola expectativa de un cambio de gobierno puede provocar un mejor ánimo y capaz que se logre entender que si hay empleo, hay gasto, y si hay gasto hay crecimiento, y si hay crecimiento hay más empleo. La fórmula no es secreta; sólo nos falta recuperar ánimo, confianza y fe en el futuro.

 

William Díaz, economista

 

 

Foto: SANTIAGO MORALES/AGENCIAUNO

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