El 11 de marzo Gobierno y oposición cumplieron un año en sus respectivas posiciones. Sobre el primer año del Presidente Boric hemos conocido distintas evaluaciones, listas de fracasos, rankings de peores cuñas y numerosas columnas que explican su alto porcentaje de desaprobación.

Sin embargo, no hemos visto la misma intensidad de exposiciones respecto al papel de la oposición. Una buena oposición es clave para que Chile avance a pesar de un mal Gobierno y sabemos que la nuestra no ha sido de las mejores hasta ahora. La crisis política y estancamiento en el que nos encontramos también es responsabilidad de la oposición.

La verdad es que se debe mejorar sustantivamente el desempeño, construir una real alternativa al mal gobierno del Presidente Boric y proponerle al país un proyecto a largo plazo. No obstante, aquello no es lo que se ha hecho este primer año. Veamos algunos ejemplos y oportunidades de mejora. 

Si bien las prioridades de los chilenos están alineadas con las de la oposición, la ciudadanía desconoce cuáles son las propuestas más relevantes de la centroderecha y la derecha a corto y largo plazo sobre ellas.

Es decir, las prioridades y urgencias de los chilenos y de la oposición efectivamente son la seguridad, la reactivación económica y las demandas sociales de educación, salud y pensiones, pero no es claro qué propone la oposición de manera transversal para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos en estos ámbitos y a largo plazo.

Después de la gesta del 4 de septiembre la oposición tiene más claro lo que no quiere que lo que aspira a proponerle al país. Tener claro lo que no se quiere es importante, pero insuficiente para constituirse como una alternativa al actual gobierno.

Por otra parte, la oposición no ha sido consistente en abordar algunos temas que importan a un porcentaje importante del país. Entre ellos, no ha tenido un interés sincero en incorporar la mirada regional en todos los espacios.

De hecho, la oposición -por ejemplo- no eligió a ninguna persona que viva y haya estudiado su respectiva carrera universitaria en las regiones como miembro de alguno de los dos órganos con integrantes designados en el nuevo proceso constituyente. Tampoco ha tenido un interés sincero en el tema indígena. Es decir, no es consistente el interés sobre el tema indígena que vimos por parte de la oposición durante el año pasado con no haber presentado candidatos al consejo en los cupos indígenas que contempla el nuevo proceso. Resulta evidente que la oposición ha instrumentalizado groseramente y con fines electorales estas preocupaciones y/o aspiraciones ciudadanas para posteriormente ni siquiera recordarlas al tiempo de tener que tomar decisiones y hacer propuestas serias al país.

La oposición también enfrenta dificultades internas. La primera es la falta de capacidad para generar nuevos y suficientes liderazgos nacionales. La oposición no ha logrado ni siquiera mantener a los excandidatos presidenciales en la primera línea de la discusión pública, con la excepción de José Antonio Kast. Resulta preocupante que a esta altura -por ejemplo- los dichos del ex Presidente Sebastián Piñera continúen constituyendo, tanto para los medios de comunicación como para el oficialismo, la voz oficial de la centroderecha. 

Finalmente, en el último año han aumentado notoriamente las fricciones entre la UDI y el Partido Republicano, cuestión que ha tenido importantes costos para la oposición, pero sobre todo para Chile.

El rechazo a las acusaciones constitucionales dirigidas en contra de los ministros Giorgio Jackson y Marcela Ríos son algunos ejemplos de aquello. Es natural que existan diferencias en la oposición, pero estas diferencias no pueden impedir a los partidos que la integran trabajar colaborativamente por el bien de Chile. El adversario político está al frente y queda muy poco tiempo para proponer seriamente una alternativa y proyecto de largo plazo al país.

Paz Charpentier

Académica en la UDD, directora de Juntos +Libres Concepción

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