El nivel de gaslighting y descaro de los esbirros del gobierno, ha alcanzado niveles intolerables tras el vil asesinato de la suboficial mayor Rita Olivares.

Porque que los reyes del relato, los Torquemada de las feisnius, vengan a decirnos que ellos siempre apoyaron a carabineros, que le damos colors con el perro matapacos, es sencillamente, insolente. Los vimos pasear su imagen como un vellocino de oro y vestirse con él en todo sentido. Si se hubiera llamado “perro mata cualquier otra cosa de su panteón de santones” chillarían que es discurso de odio. Lo es y como admiradora del alma canina, también les reprocho su cobarde apropiación. 

Se instaló por décadas un relato que se volvió hegemónico, en que carabineros era la fuerza represiva del imperio. Eran tontos y fachos pobres, con ese tufillo clasista que las élites de lado y lado no abandonan. Un poco como stormtroopers. (Todo revolucionario chic ama su estar guors y se juran jedis)

Ese relato permitió que mucha gente estuviera dispuesta a creer las peores cosas de carabineros. La presunción de inocencia dejó de existir para ellos. La prensa se sumó. Las primeras líneas “defendían” a la gente de carabineros y se les homenajeó hasta ser incluso protagonistas de rutinas de humor. El pastabaseo intelectual de la élite llegó a su clímax. No hubo interés por la versión de carabineros y los desmentidos y disculpas, si los hubo, fueron minúsculos. 

Estos días recordé cuando mis amigas progres de izquierda y derecha (asintomática) figuraban dichosas con Las Tesis, porque “empodera a las víctimas”. Jamás pude formarme en esa fila, porque implicaba tragarse la canción completa con todo su discurso de odio a Carabineros. Para ira infinita de mis amistades le pronostiqué una vida más corta que La Macarena. Hoy, no veo alertas moradas, dizque no la mataron por ser mujer. No, dejen de dibujar clítoris y digan que es porque a su ideología las víctimas solo les interesan si son útiles a la causa. Y una mujer, carabinero, madre, valiente, competente y querida por su comunidad que muere en acto de servicio combatiendo a delincuentes sencillamente no les sirve.

Nadie puede creerles, ni a los que fueron protagonistas, yendo a todo, dando cara, insultando, llamando a quemar todo, ni a los cómplices pasivos que hoy sacan la voz, ni a los que corren con fiebre legislativa, ni a la prensa, ni a la academia. 

Devaluaron la vida de los carabineros hace mucho. Y los delincuentes, no serán analistas, pero lo saben. Su pasado los condena, pero su presente no es mejor. 

El Gobierno se sobreactúa porque no es algo natural para ellos. Que el contexto, que los jóvenes inocentes indultados, etc. Sólo a alguien profundamente octubrista se le puede haber ocurrido que la señal a dar es sumar a S.E. a un procedimiento. En cualquier momento lanzan el “perro amapacos”. Burdo.

Sus parlamentarios y adalides frente a leyes que protegen a Carabineros siguen sacando las reliquias del octubrismo; los DD.HH., el riesgo de abuso de poder y los temas estructurales que generan la delincuencia. Y como la not oposición es culposa y fofa, ahí queda. 

¿En serio el problema es que tenemos policías de gatillo fácil, que sistemáticamente violan los DD.HH.? ¿En serio no ven la urgencia? Es el equivalente a llegar muriéndose de un infarto y que el doctor se ponga a revisarle a uno los lunares.

Esta pitonisa piensa que los ciudadanos que sí queremos Chile y a nuestros carabineros, tenemos que pelear la hegemonía cultural. Partiendo por no dejar pasar ni una sola mentira ni verdad maquillada. Presionar para que los políticos comprendan que primero hay que cuidar y restituir el respeto a Carabineros. Necesitamos verdad. Y para eso, quienes sembraron y abonaron vientos deben ser vistos como lo que son. Porque la culpa de esta debacle sí era suya, por dónde andaban y lo que vestían.

No estamos todas, falta Rita.

K-Sandra

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