Chile quedó transversalmente peinao pa ‘atrás con los resultados del 7M.
Los números son apabullantes, pero es un poco frustrante tener un exceso de análisis fúngicos, completamente carentes de originalidad, en que cambia el pelo y los ojos de quien los formula, pero no mucho más. Como acá hacemos sátira, salgamos del péndulo, la coyuntura y el voto de castigo por un ratito.
El termostato del mundo se corrió a la izquierda. Y es por eso que gente de centro o incluso centroizquierda, terminó como Dorothy, re lejos de Kansas y sentados en la derecha. ¡Aguántame, que cancelaron a Sabina por facho! ¡A Serrat! No lo son, es sólo que las referencias cambiaron y por eso a la derecha, le cae el mote de ultraderesha. Los centros se están drenando. Este gobierno FA, con su mami PS, su papi PC se consolidaron en el bloque de apoyo duro, que no va a caer. Son hijos del maldito neoliberalismo y nadie les avisó que son élite y no pueblo. Son de teflón, el programa sigue igual, todo resbala. Y son una oposición viperina y eficiente, sin los códigos de conducta con los que hacen gárgaras en Chile Vamos.
Segundo, lejos de mi afán el sacar a las élites, que tanto aman el autoerotismo mental, de sus queridas abstracciones y definiciones, pero ya sea que lo crean o no, a la gente sí se le presentó una revolución que buscó institucionalizarse mediante una nueva Constitución refundacional. Les dijimos que No dos veces, porque admitamos que tras el Rechazo, el 7M se vistió de derecha. Y principalmente de la que siempre estuvo en contra de este proceso. La prensa masiva hasta el último segundo intentó acusar al profe Silva de reaccionario. Y ¡pah! Primera mayoría nacional, cosa que no se explica sólo por lo increíblemente buenmozo que es (como me dijo un amigo, “si yo tuviera esa pinta, también creería en Dios”).
Es cierto que hay aquí un voto de castigo, pero no es sólo a este gobierno de volteretas, deslizamientos, atascamientos y roturas (poético). Es al proceso constitucional 2.0, a la refundación y también a los autodenominados “centros”. Por causas similares 2/3 de los que iban “por Chile” se han visto demasiado interesados en el poder y el carguito. La centroizquierda está atrapada entre insistir en que se quedan para darle gobernabilidad a un gobierno octubrista que a la luz de sus actos y por dignidad, ya debieran haber abandonado. O confesar que comparten el ideario. Estuvieron por el Apruebo y al igual que Unidad por Chile el fuego les hizo reavivar el sueño húmedo adolescente de la revolución. Sacaron cero representantes.
Tercero, hace como un año dije que no se trataba de sacar un derechómetro, pero parece que vamos a tener que saber sacarlo. Porque para los votantes de derecha, está difícil inclinarse por un conglomerado que cree en más impuestos, un Estado más grande, retiros y acuerdos con quienes son legales, pero no democráticos. Mientras, le hacen asco al primo facho y no se juntan con la chusma de nicho. El 5 de septiembre una pequeña parte de mí creyó que escucharían a sus militantes, a las muchas voces que les dijeron (dijimos) que quizás era momento de un nuevo plebiscito y escuchar a Chile, más que correr a cumplir compromisos que nadie les pidió. Me consta que hay gente brillante y preparada en sus filas que hicieron una campaña valiente por el Rechazo y que no fueron consultados. En cambio, los que hubo que esconder, corrieron a un nuevo proceso. Y ahora además hay que agradecerles por la estrategia que dejó a Republicanos como el partido más votado de Chile. Si entiendo bien; volteretas, cero autocrítica… ¿Dónde he visto esto antes? Se ven desconectados, palaciegos, más interesados en las cuotas de poder y sin un sustento ideológico, intelectual ni moral. Con respeto se los digo, si no le bajan al Excel y le ponen más enjundia al Word, están condenados a la irrelevancia.
Entonces ¿son todos fachos? No. Ni fascista, ni ultrón. La gente no se identifica necesariamente de derecha, pero sí creen en el mérito, sí creen en la libertad de emprender y de crecer, de elegir, incluso si les queda lejos, o es difícil. Curiosamente mientras más conocen el Estado, más lejos quieren estar de él. En lo valórico, son más conservadores y les gusta ser chilenos. Sí los seduce la convicción y la claridad y en tiempos convulsos, prefieren lo que ha sido constante en oponerse. Del mismo modo en que antes de ganar la Copa América, nadie lo creía posible, ganar con ideas de derecha sin complejos parecía imposible. Hasta que lo hicieron posible con mucho trabajo desde Republicanos. Eso hay que aplaudirlo, porque no cayó del cielo.
La política de los acuerdos, al igual que los pantalones a la cadera, tuvieron su momento y son lujos de tiempos calmos y prósperos (o esbeltos, en el caso de los pantalones), y cuando los adversarios son también de centro. Frente a adversarios antidemocráticos y refundacionales, parece que necesitamos un solo Churchill y tenemos millones de Chamberlain.
¿Y a Republicanos? No los voy a sermonear pa eso está todo el resto. Les pondrán trampas y los atacaran de todos lados, para buscar un espacio, intentaran dejarlos como los más extremos y medievalistas con la soltura corporal que le conocemos al paganismo woke bueno pal sahumerio.
Son tiempos de trabajo, justicia, bondad y lealtad con el electorado. Chile confió en que entienden la diferencia entre cambiar y mejorar. Sabemos que una Constitución no arregla mágicamente la vida, pero sí la puede arruinar bastante rápido. Háganlo bien y que digan lo que quieran. Que queden en el olvido, las delirantes voces octubristas que aún lloran “son todos fachos, menos yo”.