Llegó marzo, por favor hagámonos una Revisión, y que no sea la Técnica.
Chile cambio.
Pero hay cosas que no han cambiado , y si usted quiere recordar Chile en sus albores, vaya a sacar la revisión técnica, o vaya por una licencia al Compin o súbase a una micro con mini…, todo sigue igual hace 300 años.
Obvio, como buena chilena que se precie de tal, tenía la revisión técnica vencida hace seis meses y tuve la fortuna, a diferencia del Mago Valdivia, de no ser detenida en un control policial. No sé si por tener copa C, por el destino afortunado, o por no tener el celular de la Orsini a mano.
Aprovechando la zona costera y el clima estival, en un arrojo de fe sin igual, fui a sacar la revisión técnica a La Ligua. Averigüé si había que sacar hora pero se había caído la página, así que llamé y Jefferson de Colombia me indicó que era por orden de llegada. Así no ma, a la que te criaste, el que llega primero pasa, y yo en la ingenuidad de que en provincia la iba hacer expedita y cortita. Estúpida.
Llegué como una danesa a las 8 am, parapetada con polerón y chaqueta, con garúa debido a la vaguada costera, pero debajo tenía mi polera sospechando que saldría el sol (fue a lo único que le achunté), en siete horas pasamos de 8 grados a 33. Adrenalina pura.
8:00 am. Me encontré con 35 autos y un kiosko o kiasko donde servían sangüis de pernil, café y wevida. Como observadora ociosa, te vi que con la misma manito que te hacía el pernil, te untaba la mayonesa, te recibía el billetito con moneda y se ordenaba el pelito, pero quién es una para ponerse asquienta y difícil en esas circunstancias, y a esa hora. De melón con vino, ni hablar.
Pensé que la iba hacer corta, pero al igual que en el amor la expectativa me jugó en contra, siete horas se venían por delante…
Tipín 11 am la tripa empezó a sonar como las bocinas, no voy a negarlo me tenté con el sangüis de pernil y la gaseosa de fantasía y deje el vehículo en la fila para ir a servirme. Cual fue mi desilusión, la dueña del kiasko y gerente general de su propio local sólo aceptaba efectivo (no manejo efectivo ni hago un cheque desde el año 2002) por lo que le ofrecí transferencia bancaria, mis córneas, un riñón o una de mis hijas. Me rechazó todo, vieja csm.
Me sentí en Bolivia sin hablar boliviano y sin mar, a la deriva. Pasaron las horas y salió el sol.
13:30 horas, ya había 250 autos y 300 personas esperando la revisión técnica. Me dije: la señora del kiasko debe estar facturando mejor que Shakira, pues no, había cerrado, porque se fue almorzar y no volvía hasta el otro día, en la tarde tampoco trabaja porque ella te duerme siesta, obvio (la vida en provincia es una maravilla).
Me dije, si esta vieja fuera habilosa estaría de gerente general de Codelco y no del kiasko, ella duerme siesta y se paga en efectivo, no se si es habilosa o floja.
Ahora, vamos a lo que nos convoca. La Revisión Técnica, un sitio eriazo, seco como el valle de Limarí, precario y entierrado, sin arbolito alguno que dé sombra, ni un parlante con reggaeton o cumbia, ni una tele para ver las copuchas del matinal y festival o algún producto chino que comprar. Solo tres máquinas para medir gases, con tres futbolistas o vendedores de lanchas frustrados a cargo de dos filas y una exclusiva para buses interprovinciales, camiones, camioneros y sus prominentes guatas. Sacaban la vuelta más que yo cuando tenía que entregar mi libreta de notas.
En el aburrimiento imperante y adversidad, se me ocurrió el emprendimiento.
En vista de la demanda, las siete horas de espera, el hambre, la sed, los 33 grados de calor, que da lo mismo el gobierno imperante y gobernante, pensé: «Todos por igual deben sacar la revisión, de capitán a marinero, de senador a concejal, de Porsche a Maruti, de Turbus a Golondrina, sin distinción. Se pensó y se hizo. Voy abrir otra planta de Revisión Técnica.
Mamitaaaa, tontitaaa, bebé de mamá, reinita del pensamiento mágico y pelotudo. Ella la emprendedora, ella la visionaria, ella la que sacó un MBA en Chiguayante, qué tierna.
Nadie le avisó que las plantas de Revisión Técnica son como los Notarios y Notarías?!
Tendría que nacer de nuevo usted y todos sus ancestros para que le demos los permisos correspondientes y el crédito inmobiliario pertinente, ni para tener un kiasko con pernil le vamos a dar permiso.
Ni mi papá fue tan estricto.
En resumen, estamos cagados. Y eso que ni toqué, ni disparé en el aeropuerto.
Jo March.