Quedó atrás la primera vuelta de la elección presidencial y, a pesar de las dudas de última hora entre los votantes de Sichel que se pasaron a Kast y se quedaron con él, y los votantes de Sichel que se pasaron a Kast y antes de votar regresaron a Sichel, se dio lo anticipado por las encuestas -esta vez anduvieron bastante certeras- pasando a segunda vuelta Kast y Boric, en ese orden.

Lo más inesperado y particularmente para el círculo estrecho de Boric, para los movimientos que lo respaldan y la convención constituyente -me excuso por escribirla con minúsculas, pero para escribirla con mayúsculas no ha hecho méritos- fue que los resultados de la elección de parlamentarios estuvieron muy por debajo de lo previsto por la izquierda, en especial por Revolución Democrática. Un golpe de realidad a la ensoñación izquierdista.

En la misma noche del domingo, el candidato Boric salió a intentar convencernos que él es quien respeta las fuerzas de orden y seguridad, que él no tolerará la violencia de los manifestantes, que él pondrá atajo al narcotráfico, que él combatirá con fuerza y decisión el narco-terrorismo en la Macrozona Sur y que él combatirá la corrupción; particularmente de sus compañeres, me imagino. Supongo que todo esto lo pretende hacer con serena firmeza y viril energía, naturalmente. Pero en efecto, no suena convincente en labios de Boric, porque lo que dice es una mala copia de lo que Kast lleva diciendo por meses y cuando se puede elegir entre el original y la copia, no se duda nunca, se elige el original. Teniendo que mostrarse desapegado de sus socios comunistas, sin éxito, Boric no puede disimular que es suya la única candidatura extrema y que el partido comunista es el eje de su estructura política, social y económica.

Gabriel Boric tiene, indiscutiblemente, un voto duro y esos votos que son de él a todo evento, los obtuvo en esta primera vuelta. Ya no le quedan votos duros a Boric, esos son, esos fueron. Los votos a los que puede pretender aspirar para la segunda vuelta son votos bastante más blandengues, son votos “capaz que sí vaya a votar por él, capaz que no vaya y me quede acostado”. Son como los votos a los que aspiró Alejandro Guillier en el 2017 que votaron por Beatriz Sánchez en primera vuelta y al final se fueron de carrete el Sábado y el Domingo de asado con amigos y no fueron a votar por él porque terminaron no estando “ni ahí”. Esta segunda vuelta tendrá nuevamente votantes que no se repetirán el plato porque no están ni ahí. La incógnita es solo cuántos serán.

En tanto, José Antonio Kast, suena mucho más convincente en su mensaje. En todos sus mensajes; en la búsqueda de acuerdos con la centro derecha y más allá, en la modificación y mejoramiento del programa de gobierno incorporando las buenas propuestas de todos los candidatos que quieran sumarse, por el bien de Chile, y por supuesto en la honestidad, convicción y visión de un país que hermana y en el que todos tenemos cabida.

Así las cosas, para salir fortalecido en su amor propio en segunda vuelta y sentir que no perdió su voto, lo que a Gabriel Boric le conviene es votar por Kast.

Deja un comentario

Debes ser miembro Red Líbero para poder comentar. Inicia sesión o hazte miembro aquí.