Uno de los aspectos más curiosos al estudiar el gobierno de la Unidad Popular es el presentismo con que se aborda el debate. De hecho, resulta incomprensible cómo se omite frecuente y deliberadamente cuáles eran y qué pensaban las organizaciones y partidos que integraron la Unidad Popular, y muy especialmente el Partido Socialista. Algo conveniente para los izquierdistas, pero deshonesto. La verdad es que no se puede comprender el período ni tampoco su dramático desenlace si no tenemos presente que el Partido Socialista de hoy es diametralmente distinto al que integró la Unidad Popular en diferentes ámbitos. Uno de los cuales abordaré a continuación. Los presidentes Frei Montalva y Aylwin lo tenían muy claro, también la derecha de la época y el propio presidente Allende.

El Partido Socialista de la época era un partido que se declaraba abiertamente como marxista-leninista. Creía que el fin de la historia era el paraíso comunista y que -por tanto- su deber era contribuir a acelerar el curso de la historia para llegar a ese exitoso e infalible resultado que ya estaba revelado. A sus líderes, militantes y adherentes les asistía la profunda convicción de que no era posible fallar. También creían que el “deber de todo revolucionario era hacer la revolución”, y que “no había pensamiento revolucionario sin acción revolucionaria”. En ese sentido los “medios” para llevar a cabo la revolución socialista eran una cuestión meramente táctica, mas no estratégica. 

En ese contexto la violencia y las armas eran medios legítimos y que se encontraban -en términos de “preferencia”- al mismo nivel o -incluso- por sobre la vía electoral o “democrática”, a la que calificaban despectivamente como “electoralista”. Por ejemplo, el senador socialista Aniceto Rodríguez creía que su partido no debía “seguir cifrando esperanzas infundadas en simples procesos electorales”. Adonis Sepúlveda, senador del PS a partir de 1969, consideraba que el sufragio universal era un “fetiche” y que insistir en la vía electoral era “transformar la revolución chilena en una farándula electoralista”. 

Por su parte, Carlos Altamirano, dirigente del PS y senador desde 1965 afirmó en una conferencia después de haber visitado Cuba que la “lucha debía ser armada” y que “el imperialismo no será derrotado por la vía pacífica. Al imperialismo no se lo derrotará con buenas palabras o conquistando el poder por la vía electoral. En definitiva, el enfrentamiento final entre imperialismo y revolución se decidirá en el campo armado.” 

Esta posición de importantes líderes socialistas, fuertemente influenciados por la Revolución Cubana, finalmente se oficializó en el plenario del XXII Congreso General del partido en Chillán en 1967 y que definió que “la violencia revolucionaria es inevitable y legítima” y que “las formas pacíficas o legales de lucha no conducen por sí mismas al poder”, puesto que son “instrumentos limitados de acción, incorporados al proceso político que nos lleva a la lucha armada”. En conclusión “solo destruyendo el aparato burocrático y militar del estado burgués, puede consolidarse la revolución socialista”.

A lo anterior se suma la formación de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) en la que el PS participó activamente y en cuya primera conferencia la comisión número 1 resolvió que la lucha armada era la línea fundamental y que las formas no armadas debían ayudar, pero no entorpecer a la lucha armada en donde la guerrilla sería la vanguardia.

La historia procura explicaciones multicausales para los procesos complejos, que deben analizarse desde diferentes perspectivas. Sin embargo, es importante interpretar los hechos a la luz de sus actores e ideas en cada contexto. ¿Cuántas situaciones acaecidas durante el gobierno de la Unidad Popular habrían sido distintas si el PS hubiera sido un defensor de la democracia? ¿Cómo habría sido la historia si el gobierno de la Unidad Popular no hubiera tenido una relación tan íntima con la violencia? Nunca lo sabremos. Hoy el PS se define como parte del socialismo democrático. Sin duda un gran avance.

Académica en la UDD, directora de Juntos +Libres Concepción

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2 Comentarios

  1. Excelente columna de Paz Charpentier. Toda la razón en lo que plantea y que importante que las nuevas generaciones conozcan esta verdad.

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