No han sido muchas las buenas noticias que se nos han dado en el terreno internacional en los últimos días, para qué decir una cosa por otra. Partamos por lo positivo: hubo un avance en la decisión de convocar a un destacado historiador para reforzar el equipo que debe elaborar la defensa de Chile, por la demanda boliviana ante la Corte Internacional de Justicia. Se reforzará asimismo el trabajo diplomático y comunicacional en relación con el mismo asunto. Pero ese avance casi pasa desapercibido por el cúmulo de incidentes y hechos que han complicado con frecuencia preocupante las relaciones vecinales, en lo que podríamos denominar un “enjambre fronterizo”. Para mencionar algunos: la visita del Canciller Choquehuanca, de la cual las autoridades se enteraron por la prensa (¿por qué será que no nos sorprende?). Un asunto de respeto mínimo a las formas que deben observarse entre vecinos, que termina produciendo molestia.

Escalando en un espiral de gravedad, estarían las declaraciones del Embajador del Perú desde el Palacio de La Moneda, anunciando urbi et orbi que el ya famoso “triángulo terrestre” le pertenece “incuestionablemente” al Perú. Luego se convocó a la Cónsul General de Bolivia por parte de los Ministros del Interior y de Relaciones Exteriores para entregar una nota de protesta por actos de bandidaje provenientes de ese país, por parte de grupos que ingresan cada vez con mayor frecuencia a cometer asaltos en territorio chileno. A los pocos días, la Canciller alemana Angela Merkel instaba a Chile y Bolivia a “retomar conversaciones de larga data” sobre el tema marítimo, intervención que no dejó de producir perplejidad, proviniendo de un gobierno con el cual ha habido una cercanía y sintonía poco comunes, por lo menos en lo partidario e ideológico. Ese mismo día, militares peruanos se apersonaban junto al Hito 1 del límite, haciendo caso omiso a los acuerdos que establecen avisos previos para acciones que involucren a personal castrense en la frontera.

¿Qué explica este cúmulo de situaciones referidas a lo fronterizo, en tan pocos días? ¿Coincidencia, mala alineación de astros, Ley de Murphy, o será cierto aquello de que “cada día puede ser peor”? Las razones pueden ser varias, pero lo cierto es que se ha perdido la iniciativa y Chile hace mucho tiempo que se limita a reaccionar a lo que hacen los vecinos y cada vez reaccionamos de manera más tardía. A ello se agrega el hecho de que nuestras autoridades han transformado en costumbre restar importancia a los incidentes, en vez de tomar el toro por las astas, hasta que por su frecuencia o gravedad, hacen crisis. Todo esto es indicativo de un prolongado proceso de deterioro en la conducción de las relaciones vecinales, que no han recibido la atención prioritaria y preferente que merecen. Esta situación tiene relación directa con los efectos negativos que tiene la desarticulación de equipos de trabajo en el servicio exterior, dedicados a las relaciones con nuestros vecinos, perdiéndose una valiosa experiencia y memoria histórica acumuladas, en temas respecto de los cuales no cabe la improvisación.

En términos concretos, las relaciones con nuestros tres países vecinos están paralizadas. No cabría responsabilizar a Chile por esta situación. Bolivia decidió dar por acabado el diálogo bilateral, elevando sus aspiraciones ante la Corte Internacional de Justicia y desde entonces se ha negado a retomar la agenda si no se incluye el tema marítimo de la manera como ellos quisieran. Con el Perú, se congeló la agenda ante lo que se estimó una provocación hecha desde el Palacio de Gobierno. Y con Argentina, nada significativo se podrá hacer hasta que se resuelva, ballotage mediante, quién ocupará la Casa Rosada por los próximos cinco años.

Enfrentados como estamos, a un escenario vecinal que continuará siendo complejo por todo el futuro previsible, no cabe sino abordarlo con la debida prioridad, sentido de urgencia, visión estratégica y transversalidad que las circunstancias exigen. Las autoridades harían bien en aprovechar el actual estado de letargo en las relaciones vecinales, para reflexionar sobre la mejor manera de conformar los equipos profesionales para asumir los desafíos de los tiempos que se avecinan.

 

Jorge Canelas, Cientista Político, Embajador (r).

 

 

FOTO:CRISTOBAL ESCOBAR/AGENCIAUNO

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