A todo día de celebración le sigue uno donde nos vemos obligados a ordenar el desconcierto que dejó la fiesta. Suele ocurrir que mientras más se disfrutó ese día más difícil resulta organizar lo desecho por la alegría. Imagínese lo difícil que ha sido para el Gobierno el día después de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, no sólo por lo bien que lo pasaron, sino también porque se dedicaron meses enteros exclusivamente a este evento. Olvidaron que en, pase lo que pase, en Chile siempre después del 11 de septiembre ha venido el 12.
La primera que quiso ponerse manos a la obra fue la ministra del Trabajo Jeannette Jara: esperaba que superadas las pasiones políticas propias de la fecha fuera posible retomar el diálogo en torno a la reforma de pensiones que sigue entrampada por la tozudez de quienes (entre ellos la ministra) quieren establecer un impuesto encubierto en lugar de permitir que las cotizaciones vayan a las cuentas individuales de los chilenos. El problema es que, con esa declaración de buena voluntad, la ministra estrella del Partido Comunista demostró que el Gobierno abandonó por completo su agenda legislativa a favor de la conmemoración de los 50 años. El diputado Frank Sauerbaum, jefe de la bancada de RN, señaló que hace un mes que no conversa con el Gobierno en materia de pensiones.
Con todo, a pesar de haber concentrado todos sus esfuerzos en el 11 de septiembre, el balance no parece ser positivo para Gabriel Boric y los suyos. Si pensaron que este era el momento para ensalzar la figura del presidente Salvador Allende, fracasaron totalmente. La encuesta Pulso Ciudadano, demostró que sólo un 33,3% guarda una opinión positiva del fallecido Mandatario, mientras que la opinión negativa es de un 39,2%. Si desde La Moneda buscaban imponer su versión oficial de la historia, también fracasaron: la misma encuesta señala que Allende y su Gobierno son sindicados como los principales responsables del Golpe de Estado. Por último, si esperaban con esta celebración volver a tener respaldo ciudadano, se equivocaron, sólo un 25,8% de los encuestados estaban interesados en esta conmemoración, es decir, el Gobierno sólo se limitó a dirigirse a su parroquia sin tener más efecto que ese.
Pero la conclusión más trágica de esta conmemoración sigue siendo el estancamiento en el que estamos inmersos por culpa del abandono del Gobierno. Los organismos internacionales proyectan que nuestra economía no crecerá y que, en América Latina, esta desventura la compartimos sólo con Haití y Argentina, dos países con los cuales nadie quiere compartir un indicador económico. En cuanto a la principal preocupación de los chilenos, la seguridad, el “fast track” legislativo del Gobierno ha demostrado ser torpe y lento: solo se han aprobado 10 proyectos de 31 y ha sido el mismo oficialismo el que se ha dedicado a entorpecer el avance de proyectos tan necesarios como la nueva legislación en torno al delito de usurpación. Si nos detenemos en la que aspira a ser una de nuestras mayores riquezas, el litio, vemos que por culpa de la porfía ideológica del Gobierno Chile sólo pierde protagonismo en la producción mundial de este metal. Dicen que en Estados Unidos se encontró la reserva de litio más importante del mundo, el presidente de Codelco, Máximo Pacheco, dice que esto no es una amenaza a nuestra para Chile. Estamos de acuerdo, la única amenaza para el litio chileno está única y exclusivamente en La Moneda.
El Gobierno, al igual que el año pasado, volvió a poner todas sus fichas en una fecha específica con la esperanza de recuperar su capital político y nuevamente se encontró con un revés. Parece que no comprenden la esencia misma de la política, que no se trata de meros actos simbólicos o celebraciones conmemorativas, sino de gestiones y decisiones con visión de futuro. La buena política no se construye en base a momentos fugaces o apuestas a corto plazo; se fundamenta en procesos de largo aliento, en la construcción continua y el compromiso sostenido con el bienestar del país.