Eso le dijo un vidente a Julio César poco antes de su muerte; pero éste, ignorando la advertencia, cayó asesinado el 15 de marzo del año 44 AC junto a la estatua de Pompeyo.

El gobernante todopoderoso, que había vuelto a Roma en gloria y majestad un poco más de un año atrás, luego de vencer en las Galias, en Egipto y en África, parecía no tener contrapeso en el manejo del poder. Alentado por el fervor popular, desoía consejos de muchos de sus cercanos, que objetaban sus aires imperiales y su pretensión de acaparar para sí la totalidad del poder, contradiciendo la tradición ciudadana de Roma.

Fueron algunos de los que lo habían ensalzado o fueron  próximos a él, senadores y generales, quienes, hartos de su arbitrariedad, terminaron conspirando contra él.

Lecciones de la historia que nos enseñan que todo poder humano, por férreo que parezca, es en definitiva efímero. Razón tenían los romanos cuando junto a los legionarios y generales que volvían victoriosos de la guerra a recibir el tributo de una muchedumbre enardecida, situaban a un soldado que les decía: “recuerda que eres mortal”.

Vale la pena recordar estos momentos, cuando en Chile pareciera que todo poder se desvanece ante cuestionamientos feroces. Las consecuencias de la arista SQM del caso Penta, que vienen a sumarse al efecto devastador del caso Caval, parecen llegar a lo más alto del gobierno.

Preocupante por el vacío de poder que se puede crear en nuestra sociedad: gobierno cuestionado, oposición cuestionada, en definitiva toda la clase política desprestigiada. Es cierto que al transparentarse los mecanismos de financiamiento de la política y salir a la luz figuras que permiten la evasión de impuestos en las empresas se puede aspirar ahora a elevar los estándares de probidad y transparencia en Chile. Eso es positivo, pero para concretar esos estándares se requiere liderazgo y conducción, que nadie parece estar en condiciones de ejercer hoy día.

¿Qué pasará en los tres años de gobierno que quedan? ¿Cómo reaccionará el gobierno?

Pueden tejerse varias hipótesis. Una es que la administración de Michelle Bachelet intente salir del problema arrancando hacia adelante. Extremando las reformas, agudizando las contradicciones, muy en la línea de la postura permanente de las huestes más radicales de la Nueva Mayoría: los comunistas, los ex dirigentes estudiantiles y la retroexcavadora. Asamblea Constituyente y una lucha frontal contra la oposición serían los caminos elegidos. No veo presencia de ánimo en el gobierno para seguir esa línea. No por ahora.

Una segunda posibilidad es volver a la Concertación. El camino del consenso, de los tan vilipendiados acuerdos. Es la resurrección de los Escalona, los Insulza y el Mapu-Martínez, todo bajo la sombra de Ricardo Lagos. Una posibilidad también para que surjan liderazgos en la alicaída centroderecha. Requiere de nuestras máximas autoridades una alta dosis de humildad y patriotismo.

Hay una tercera vía que es preocupante: la de la debilidad creciente del gobierno, la lucha interna en la centroizquierda que se eterniza y el surgimiento del populismo sin pudor. Gratuidad en los estacionamientos y muchas otras linduras pueden surgir de allí, tratando desesperadamente de recuperar popularidad.

No sabemos qué resolverá la Presidenta. Tampoco adónde nos lleva este torbellino de acusaciones y hallazgos. Las instituciones deben funcionar, pero deben funcionar bien. Revelando la verdad de lo ocurrido, pero al mismo tiempo protegiendo los derechos de todos. Resistiendo la tentación de utilizar las instituciones del Estado para perjudicar a los enemigos y proteger a los amigos, un camino que los últimos días han demostrado que ya no es viable.

 

Luis Larraín, Foro Líbero.

 

 

FOTO: PEDRO CERDA/AGENCIAUNO.

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