Con Santiago en modo verano, hago un paréntesis de la política para cultivar y disfrutar de otras hierbas (al revés de la mayoría de las personas, para quienes la política es probablemente una excepción y prefieren siempre las otras hierbas).
Hablemos de libros, de dos que acabo de terminar y de dos que siguen en mi lista de lecturas.
Partamos por Sin palabras, un libro que terminé hace poco, en mi opinión un imprescindible para comprender el mundo de aquí y ahora, tan fascinante como complejo (o, si lo prefiere, “diverso”, el perfecto eufemismo de “complejo”). Su autor es Mark Thompson, presidente del New York Times, un veterano del periodismo, que ha sido testigo de momentos espectaculares, especialmente en Estados unidos e Inglaterra, en los últimos 40 años y quien ha pasado de un siglo a otro con el mismo talento y autoridad en la materia.
Básicamente, Thompson expone la magia del lenguaje y su impacto en la democracia, desde la elección de un candidato hasta las decisiones que impactan las vidas de millones de personas, y el juicio que de ellas se forma la opinión pública (y no pocas veces, con el cual quedan selladas para la historia).
No tema encontrarse con un esperpento teórico: es un libro entretenido, que combina contenido con el ejercicio práctico frente a cada una de sus tesis. Se va a encontrar con discursos estelares, desde Churchill a Reagan; con la artillería retórica que enfrentó Obama para bloquear su reforma a la salud, la batalla mediática entre científicos y militantes anti-vacunas, etc. Léalo con un destacador a la mano, se va a acordar de mí (está en las librerías de Santiago).
Estoy a punto de terminar también Lo que el dinero si puede comprar, de Carlos Peña. Aborda, con seriedad y abrumadora evidencia, las claves de la modernización social de Chile, cómo y por qué late el corazón de la clase media; el malestar social, la incertidumbre y desconfianza como fenómenos universales hoy. Está muy bien escrito, es entretenido y generoso en contenido y citas (si es lector habitual de las columnas de Peña, ya sabe a qué me refiero).
En la carpeta de las próximas lecturas tengo dos libros. Uno es De animales a dioses, de Yuval Noah Harari, consciente de que lo leo con al menos un año de retraso desde que se convirtió en imperdible. Tengo altas expectativas, porque me insisten en que es fascinante y siempre es estimulante aprender algo más sobre la especie a la que pertenecemos.
El otro libro en espera es el primer volumen de Los diarios de Emilio Renzi, del argentino Ricardo Piglia. Lo elegí por sus insistentes referencias en las secciones literarias de medios españoles y argentinos y porque está en varias listas de buenos títulos del año. La serie parece ser el pretexto de Piglia para contar su propia experiencia como escritor, a través de su alter ego, en la Argentina de los últimos 60 años (me declaro una voyerista de nuestros vecinos, los miro constantemente por el ojo de la cerradura, me fascinan la constante convulsión y espectacularidad con que viven la política, me encantan su cine, cultura y nunca voy a agotarme de caminar y respirar en Buenos Aires).
Desde luego hay muchísimo más en cartelera y quisiera tener alguna vez todo el tiempo del mundo para leer muchísimo. Por ahora, estoy obligada a elegir.
Isabel Plá, Fundación Avanza Chile
@isabelpla
FOTO: PABLO ROJAS MADARIAGA/AGENCIAUNO