Sí, indignado por los abusadores que echan por tierra todo aquello que nos enseñan en las escuelas de economía: que la competencia perfecciona; que la competencia genera beneficios para los consumidores; que la competencia es sana.
Nunca oí a un profesor de economía en mi universidad, la Universidad de Chile, diciendo a sus alumnos “cuando ejerzan posiciones ejecutivas en empresas de consumo masivo, colúdanse para generar valor en sus empresas”. Me imagino que en ese tiempo (los 80) igual que ahora, la principal lección que sacamos del buen funcionamiento del mercado libre y competitivo es que existen innumerables beneficios para los consumidores, y que eso genera un círculo virtuoso en la sociedad.
Cómo tantas cosas en el Chile de hoy, la acusación de colusión fue producto de una filtración periodística y la fiscalía advierte que está investigando los hechos. Aceptemos ese punto, pero no olvidemos que el órgano persecutor no desmintió el hecho y solo se restó de comentarlo, aceptando que hay una investigación en curso desde hace dos años. Sin embargo, no puede ser casualidad que dos empresas del Grupo Matte hayan estado involucradas en casos de colusión como el papel tissue y ahora los pañales. No puede ser casualidad que su directorio no haya estado al tanto de estas prácticas atentatorias contra el mercado, ya que si así fuera, el nivel de negligencia corporativa supera todos los límites conocidos.
¿Y nuestra sociedad que hace? Al parecer, no mucho. El Gobierno del Presidente Lagos —hoy precandidato presidencial— eliminó las penas de cárcel para este tipo de actos delictivos, por lo que los modelos predictivos de comportamientos delictuales, donde el valor presente del beneficio personal de delinquir es mayor a los costos de esa acción, hacen que sea “barato” cometer el ilícito. Crear valor en base a acciones nefastas como la colusión no hace más que dañar los principios económicos más elementales, sobre todo porque nada mejor que la competencia en los mercados para que las empresas puedan dar lo mejor de ellas y a los mejores precios, beneficiando así a los consumidores.
Creo en el mercado como el mejor asignador de recursos en una economía y, por lo tanto, su beneficio más evidente es que sin acciones anticompetitivas las empresas deben captar clientes con los precios más bajos. Pero eso no es lo único. La responsabilidad de los gobiernos corporativos para instruir a sus ejecutivos la maximización de la creación de valor para la empresa debe estar enmarcada en el correcto accionar de los ejecutivos, no en acciones facilistas de acordar precios, deteriorando la competencia y afectando al consumidor.
Coludámonos en rechazar estas acciones que cometen ejecutivos de empresas descriteriadas por la vía que sea, ya que si los consumidores no ejercen sus derechos y el Estado no cumple su rol, estamos en la indefensión máxima frente a hechos que atentan contra nuestro bolsillo.
William Díaz, economista
FOTO: VÍCTOR SALAZAR M. /AGENCIAUNO