Tras las celebraciones de fiestas patrias, marcadas en lo político por el ridículo internacional en que está dejando el Gobierno del Presidente Boric al Estado de Chile, deberá reactivarse el debate constituyente en nuestro país y las negociaciones políticas que apuntan a dar una salida a este problema. La discordia constitucional en Chile existe y más vale abordarla que pretender enterrarla. Para ello, es clave enfrentar la discusión política y constitucional que se viene con un diagnóstico adecuado sobre la realidad del país, con transparencia hacia los ciudadanos respecto a las verdaderas propuestas de cada grupo político y con especial preocupación por los contenidos constitucionales que se pretenden discutir.
En primer lugar, es realmente importante que los distintos mundos políticos hagamos un real esfuerzo por comprender e interpretar el proceso político que vive Chile y, en particular el resultado del 04 de septiembre recién pasado. Lamentablemente, se percibe en cierto sector de derecha la tentación de asumir el primer diagnóstico que se plantea o, peor aún, la lectura que la izquierda hace de los hitos políticos. Un buen diagnóstico requiere análisis, reflexión y conversación; requiere, por lo tanto, algo de tiempo. En este sentido, es una buena noticia que ChileVamos haya decidido finalmente poner paños fríos a la conversación constitucional. No tuvo ni tiene sentido reunirse inmediatamente con el Presidente de la República ni con los partidos de las izquierdas sin antes tener una lectura propia -construida sobre la base de los principios, valores, ideas y experiencias del sector- sobre lo que ocurre en Chile y las razones que motivaron a casi 8 millones de chilenos a votar Rechazo en el plebiscito de salida.
Realizado un diagnóstico con herramientas propias y en base a las propias ideas -y no a las lecturas previas ni relatos preconcebidos sobre la realidad del país-, se hace necesario que los grupos políticos actúen con transparencia de cara a los ciudadanos. Esto corre tanto para las izquierdas como para las derechas. El gobierno y su coalición, por ejemplo, ha planteado con claridad (a través de sus ministras Tohá y Uriarte) que buscan la creación de una segunda convención constitucional que incorpore escaños reservados, paridad de género y participación de independientes. Es decir, una convención prácticamente igual a la que acaba de fracasar. Y tiene sentido, porque este gobierno defendió a la Convención Constitucional y a su propuesta hasta el mismo 04 de septiembre, con los detalles que todos conocemos. Una propuesta más o menos similar ha surgido desde la centroizquierda, aunque habría disposición para revisar el detalle (por ejemplo, reducir el número de escaños reservados a la participación electoral real de los pueblos indígenas).
Sin embargo, no ha existido la misma claridad de parte de ChileVamos, y es importante que dicha oscuridad se disipe. Tras el anuncio de líderes de centroizquierda de que se habría llegado a un primer “acuerdo” en la negociación constitucional que involucra, precisamente, la creación de una segunda Convención, los dirigentes de la centroderecha acusaron públicamente un intento de la izquierda de cerrar el acuerdo “por la prensa”, y desmintieron la existencia de dicho acuerdo. Sin embargo, la pregunta que debemos hacernos es de fondo y no solo sobre la puesta en escena. ¿Desmintió dicho acuerdo ChileVamos porque los partidos de centroderecha no quieren una nueva Convención? ¿O en realidad su problema es meramente formal y de tiempos, pero no de fondo? ¿Cuál es la propuesta de ChileVamos para resolver la cuestión constitucional? Son preguntas relevantes para que los ciudadanos sepamos con claridad qué plantean nuestros dirigentes políticos. En un carril distinto, pero igualmente relevante, agrupaciones como el Partido Republicano y el Partido de la Gente han sido muy claros en este sentido: mientras el primero propone que la discusión se desarrolle en el Congreso Nacional, el segundo plantea la realización de un nuevo plebiscito de entrada.
Finalmente, y aunque la discusión sobre los procedimientos se ha tomado la agenda en el último tiempo, la verdadera discusión constitucional pasa por los contenidos de la Carta Fundamental. Poca claridad hay, nuevamente, sobre las propuestas e ideas que cada sector político promoverá en dicha discusión. Por un lado, de Chile Vamos solo se conoce el documento con los “10 compromisos” que plantearon previo al plebiscito de septiembre -que parecen más bien respuestas a varias de las críticas tradicionales de las izquierdas al texto vigente- y propuestas sobre eventuales “bordes” para el nuevo proceso (que están recogidos en la constitución vigente), mientras que en la izquierda todo parece indicar que su intención es volver a poner sobre la palestra las propuestas radicales y refundacionales que incluyó el borrador constitucional rechazado el 04 de septiembre.
Es evidente que el nivel de participación y el resultado del plebiscito son antecedentes cruciales para abordar los contenidos del debate, ya que el abultado triunfo del Rechazo da cuenta de que los chilenos no están de acuerdo, por ejemplo, con la plurinacionalidad o la existencia de sistemas jurídicos paralelos, por lo que poco sentido tiene volver a discutir sobre ello. Por el contrario, parece claro que los chilenos no están dispuestos a aceptar cualquier propuesta de derechos sociales, ni el mero titular (tan repetido en las izquierdas y ciertas derechas) del “Estado Social de Derecho”, si es que dichos derechos no van acompañados de un amplio catálogo de libertades y de importantes espacios de participación de la sociedad civil para la provisión de bienes públicos como en el caso de salud, educación y pensiones.
Es claro que la política debe resolver la cuestión constitucional que existe en Chile, pero no por ello se debe avanzar en una carrera alocada hacia cualquier proceso, adoptar el primer diagnóstico que surge de la realidad política ni ceder en las propuestas a los lugares comunes de la izquierda. Por el contrario, el desafío es el de leer e interpretar adecuadamente la nueva realidad política que emerge, transparentar las ideas y propuestas a los chilenos, y avanzar en una discusión de contenidos que permita construir una Constitución que siente las bases de un Chile más libre, más justo y con más oportunidades.
*Tomás Bengolea L. es Subdirector de Contenidos Instituto Res Publica .