Lo que inicialmente fue una misión diplomática encomendada por el Gobierno francés, en 1831, a un jurista de ascendencia noble y liberal, tomó un giro insospechado y se convirtió en un acontecimiento histórico, porque dio forma a un tratado sobre política que aún permanece vigente. Han pasado más de 180 años desde que Alexis de Tocqueville publicara “Democracia en América” y la obra sigue dando de qué hablar por sus conclusiones, que sostienen que de una sociedad con una clara conciencia cívica se desprenden pluralismo, inclusión y justicia hacia todos sus miembros.
Acá en Chile, el Ministerio de Educación ha convocado a diversos actores sociales para discernir sobre la relevancia de la educación cívica como un pilar importante dentro su reforma educacional. Bien por aquello, pero nuestro país atraviesa por una grave crisis de confianza que nos afecta a nivel interpersonal, institucional y sistémico, por lo que alcanzar las bondades enunciadas por Tocqueville parece casi utópico a corto plazo. Sin embargo, por algo se comienza, y tal como expresó el autor galo en el siglo XIX: el principio de la educación es predicar con el ejemplo. Es de esperar, entonces, que nuestras autoridades del siglo XXI recuerden estas palabras al querer inyectarle cambios estructurales al currículum escolar.
Una institución que tiene mucho que aportar al debate en curso es Hacer Chile, fundación que recoge la experiencia norteamericana “Citizen Project”, creada por el “Center for Civic Education”, en California. Este 2017 se cumplen 50 años de una exitosa trayectoria, que ha fomentado desde sus inicios la participación activa de las nuevas generaciones dentro de sus comunidades, entregándoles los instrumentos necesarios para transformarlos en ciudadanos responsables, con una aguda capacidad crítica y muy resilientes a la hora de enfrentar los desafíos culturales, sociales y económicos asociados a la vida en común.
Un representante expositor que hoy forma parte de Hacer Chile es el profesor Cristián Keupuchur, quien bajo el alero del educador y experto mundial sobre formación ciudadana, Abraham Magendzo, representó a nuestro país y ganó, en 2007, la competencia internacional que emprende el centro estadounidense tras recibir miles de proyectos provenientes de más de 35 países. Magendzo, junto a un equipo de profesionales, consiguió adaptar el programa a nuestro contexto y necesidades específicas logrando llegar a colegios subvencionados en Santiago, Valparaíso, Rancagua y Ovalle. Este año, gracias al apoyo de la embajada norteamericana, será el turno de niños provenientes de Puente Alto y Peñalolén.
Por otro lado, un padrón electoral envejecido y el desencanto hacia la clase política de nuestros “ciudadanos digitales”, auguran que este año será complejo para quienes deseen destacar su nombre en la papeleta. La actual crisis de confianza ha generado poca identificación no sólo hacia los candidatos y lo que dicen representar, sino también hacia la legitimidad de las instituciones y lo que cada una significa para el desarrollo de nuestra democracia. Pero no todo está perdido, ya que existen chilenos que entienden lo arriesgado que es para nuestro futuro que siga aumentando la cantidad de personas incapaces de compartir el espacio público de manera amplia o, lo que es peor, dispuestas sólo a salir a la calle para vociferar derechos, en desmedro de asumir sus responsabilidades.
Más de 100 años de experiencia acumulada desde la publicación de “Democracia en América” deberían calar hondo y hacernos caer en cuenta de que una mayor inclusión y equidad social no llegan por arte de magia. Es necesario que todos seamos conscientes del actual panorama y escuchemos a una fundación muy en la línea de lo que planteó Tocqueville, la cual, además, se hace cargo de los “ciudadanos digitales”, y cuya iniciativa es enseñar que para “Hacer Chile” se requiere del esfuerzo de todos.
Paula Schmidt, periodista e historiadora
@LaPolaSchmidt
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