Muchos chilenos se cubrieron el bolsillo cuando escucharon la amenaza de Alejandro Guillier. Sí, cuando declaró que en su eventual gobierno le meterán la mano en el bolsillo a los que concentran el ingreso. Con esta declamación aumenta las frases tristemente famosas de altos personeros de la Nueva Mayoría sobre asuntos similares. Esta frase —como se conoció luego en redes sociales— no es original suya: Nicolás Maduro no sólo la había pronunciado ya en Venezuela, sino que la puso en práctica. Los resultados los sufre duramente el pueblo venezolano.

Si al buen ciudadano le quedan dudas de donde están las lealtades de este candidato independiente, basta fijarse en cómo termina sus discursos, con la frase con la que los culminaban Fidel, Chávez, y hoy el totalitario Maduro: “Hasta la victoria siempre”, creación del Che Guevara. Dime con quién andas y te diré quién eres.

Pero si aún nuestro buen ciudadano mantiene dudas sobre quién es de verdad el candidato Guillier y qué quiere para Chile, es sugerente escuchar a Karol Cariola, vocera de su campaña, que declaró “llevamos a Chile hacia la sociedad comunista total, para eso luchamos”.

¿Es posible, con lo que ya vivimos durante Bachelet 2, más lo descrito en los párrafos anteriores, tener dudas sobre lo que el triunfo de Guillier representaría para nuestras libertades y progreso? ¿Puede alguien que no sea izquierda dura desear para Chile realidades como las de Cuba o Venezuela? Con la evidencia del discurso de Guillier, idéntico al de aquellos totalitarios dirigentes, ¿cómo pueden respetados líderes de opinión declarar que los sectores que apoyan a Sebastián Piñera “venden” la idea de que si gana Guillier nos acercaremos a la realidad de Venezuela? ¿Creen que los cubanos hace 60 años y los venezolanos hace 20, al apoyar a Castro y Chávez, recibieron algo así como un prospecto de lo que esos líderes de verdad iban a implementar en sus países y las terribles consecuencias que sus políticas tendrían en sus vidas, y apoyaron conscientemente lo que se venía?

No, nadie les advirtió que iban a perder sus libertades, incluso la de irse del país. Es que esta ideología no avisa, va paso a pasito minando las defensas de la sociedad, las que resguardan las garantías básicas de la ciudadanía, hasta que ya es tarde. El ciudadano termina sirviendo al amo estatal hasta para recibir alimentos. Todo parte con “cantos de sirenas” que venden el Paraíso en la tierra, pero una vez tomado el poder, las promesas son remplazadas por un opresor aparato gubernamental que invade todas las áreas del quehacer ciudadano.

No existió la “vía chilena al socialismo” en 1970. Lo que ocurrió en nuestro país fue el mismo desarrollo que en todos los países de la misma órbita. De “empanadas y vino tinto”, nada. Incluso Fidel vino a velar por que la vía fuera más bien de tono verde olivo. El patrón ya está establecido y lo conocemos. Guillier no parece ni con las ganas ni con la libertad de salirse del guión.

Tropezar de nuevo con la misma piedra no debiera ser opción para nuestro buen ciudadano, tampoco marginarse del proceso.

 

Nicolás Kipreos

 

 

FOTO: ALEJANDRO ZOÑEZ/AGENCIA UNO

 

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