En los últimos meses se ha escuchado con más frecuencia que en otros tiempos la necesidad de que en Chile “cerremos” ciertas discusiones, en aras de la estabilidad, terminar con la incertidumbre o para incentivar la inversión. Esta tesis, la de cerrar los temas, se plantea con frecuencia desde el mundo empresarial, desde ciertos dirigentes políticos y también de algunos columnistas.

Por supuesto, nadie cuestiona la importancia que tiene para un país la estabilidad política y económica, la necesidad de tener certeza jurídica y reglas claras que atraigan la inversión y el progreso. Sin embargo, detrás de la tesis de “cerrar los temas” se esconde un peligroso voluntarismo y una ingenuidad política que vale la pena desmentir.

La tesis tuvo su mayor respaldo cuando se discutía el acuerdo que daba pie a un segundo proceso constituyente. ¿Cuál era el objetivo? Cerrar el tema constitucional. Sin embargo, hoy día también podemos escucharla para enfrentarse a la Reforma Tributaria: “lleguemos a un acuerdo, más o menos razonable, para poder cerrar el tema tributario y tener más certezas”.

Basta hacer un pequeño repaso por la historia reciente de la discusión política de nuestro país para que esta tesis de cerrar los temas caiga por su propio peso. El año 2005, en un acuerdo transversal de las fuerzas políticas representadas en el Congreso Nacional, el Presidente de izquierdas Ricardo Lagos firmó una contundente reforma constitucional y sostenía: “Tenemos hoy por fin una Constitución democrática. Hoy despunta la primavera”. Obviamente eso no fue obstáculo para que los dirigentes estudiantiles de izquierda, al año siguiente, en la Revolución de los Pingüinos, quisieran instalar en el petitorio la necesidad de una nueva Constitución, y tampoco para que apenas 10 años después, la Presidenta Bachelet se postulara a la presidencia proponiendo, precisamente, una nueva Constitución.

Lo mismo se puede observar en el tema tributario. En el primer gobierno del Presidente Piñera, se escuchaba una tesis de la misma naturaleza: “Hagamos nosotros una reforma tributaria, para que quede bien, y así evitamos que la haga la izquierda en el futuro”. El primer gobierno de Piñera subió los impuestos, y así lo hizo, obviamente en una nueva reforma, la Presidenta Bachelet a los pocos años, y luego el Presidente Piñera nuevamente y ahora lo quiere hacer el Presidente Boric.

Lo que es claro en la discusión política es que los temas, contra la sensación de muchos, no se cierran por decreto ni porque se logró un amplio acuerdo respecto a una determinada materia.

Si alguien cree que la izquierda chilena, particularmente el Frente Amplio y el Partido Comunista, dará por cerrado el tema constitucional si es que en diciembre se aprueba una buena Constitución, anclada en las ideas de la unidad nacional y las libertades, está pecando de ingenuo, y lo invito a leer las declaraciones del alcalde Jadue. También puede revisar el proyecto presentado por diputados socialistas, que al ver que perdieron la elección de mayo, ahora quieren reducir a dos meses el trabajo del Consejo Constitucional (en el que son minoría) y cambiar las opciones del plebiscito de salida. ¿Pero cómo? ¿El Partido Socialista no participó del “Acuerdo por Chile” para cerrar el tema constitucional? Sí, claro que participó, pero antes que cumplidores de acuerdos son socialistas.

Tanto el debate tributario como el debate constitucional debe enfrentarse de buena fe, con disposición al diálogo, pero con convicciones firmes, jugando al ataque, pero abierto a los consensos, promoviendo las ideas propias con valentía y de cara a la ciudadanía, y no escondiéndolas o matizándolas para dar por superada una discusión. En política los temas hay que discutirlos, los principios deben defenderse y las propuestas equivocadas deben criticarse para plantear una alternativa y rechazarse todas las veces que sea necesario.

Chile no necesita simplemente “cerrar” la reforma tributaria. Chile necesita menos impuestos, incentivos para la inversión y condiciones para generar crecimiento económico, que redunde en progreso social con más empleos (no estatales) y una mejor calidad de vida para los chilenos. Es necesario romper la idea en torno a que reforma tributaria es sinónimo de alza de impuestos.

Chile no necesita simplemente “cerrar” el tema constitucional. Chile necesita una Constitución que siente las bases del progreso social para las próximas décadas, como lo ha hecho la Constitución vigente, con instituciones sólidas, resguardo a las libertades y protección a los derechos fundamentales de las personas. Es necesario hacer presente que el origen del texto no es el principal criterio para evaluar su bondad y conveniencia, sino que su contenido.

Chile necesita una derecha valiente, que conozca, entienda y estudie a su adversario político. Una derecha republicana, dispuesta a llegar a buenos acuerdos por el futuro de Chile, pero que no cede debates ni esconde ideas para esquivar temas o discusiones complejas. Chile merece una derecha dispuesta a dar todos los debates necesarios, a difundir sus ideas con orgullo y convicción, con disposición a promoverlas en todas partes del país y así convencer a la mayoría de los chilenos de que las ideas de la libertad, la dignidad y la justicia son las mejores para el país. Chile requiere una derecha dispuesta a mover el eje del debate, presentando iniciativas propias y rechazando las malas ideas del adversario cada vez que se requiera.

Conductor de Nuevas Voces de Radio Agricultura y miembro del Partido Republicano

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