Señor Director:

El resultado del plebiscito ratificatorio será trascendental, pues se enfrentan dos visiones antagónicas e irreconciliables de lo que debe ser el futuro de nuestra patria.

Por una parte la de una sociedad libre y responsable en cuyo centro está la persona humana y en la que el Estado está al servicio de esta y, por otra parte, una Carta Fundamental con un texto prácticamente irreformable con la que Chile sería refundado, la nación chilena y los cuerpos sociales intermedios serían destruidos, el Congreso unicameral no tendría contrapesos y el Estado tendría una intervención decisiva en las más diversas actividades nacionales, ya sean económicas o de otra índole.

Con esto se pasarían a llevar derechos individuales, tales como el de los padres a educar a sus hijos o la objeción de conciencia —que según el artículo 61 de la propuesta el Estado garantiza una interrupción voluntaria del embarazo y su ejercicio libre de violencias y de interferencias por parte de terceros, ya sean individuos o instituciones— y que lleva en sí el germen del totalitarismo.

Si el “Apruebo” triunfara en el plebiscito ratificatorio será imposible rehacer la institucionalidad chilena como la hemos conocido, que sería destruida por las propias disposiciones constitucionales y por los partidos políticos y movimientos revolucionarios que están en el gobierno o fuera de él; usando ya sea las armas de la democracia o la violencia armada, salvo que se produjese una considerable reacción ciudadana que hiciera prevalecer la “Constitución histórica”; es decir, el conjunto de costumbres e instituciones políticas y sociales determinadas por los cinco siglos de la existencia de Chile.

Adolfo Paúl Latorre, abogado

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