Señor Director:

Habiéndose cumplido una nueva conmemoración del 1 de mayo, tal vez convenga aclarar el romanticismo que envuelve a la historia que dio origen a esta fecha promulgada en el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889.

Se suele hablar de los Mártires de Chicago, y la verdad es que los hechos son muy distintos. Durante una jornada de protesta convocada por anarco-comunistas, se encontraban en el exterior de una fábrica algunos sindicalistas en huelga con trabajadores que no adhirieron a la movilización -llamados peyorativamente “costras”-. Los sindicalistas, molestos por la actitud de los “esquiroles”, los atacaron despiadadamente, produciéndose una batalla campal en la que intervino la policía en protección de los trabajadores, resultando 5 sindicalistas fallecidos a causa de los enfrentamientos y varios más heridos.

Días después, los anarquistas en huelga, a modo de venganza, hicieron estallar una bomba que mató a 11 policías, uno en el acto, y luego a otros diez, producto de las graves heridas. Por este acto, ocho responsables fueron condenados: dos a cadena perpetua, uno a trabajos forzados y cinco a muerte. Uno de éstos se suicidó antes de la ejecución de la condena.

Los llamados Mártires de Chicago nunca fueron héroes,  por el contrario, asesinaron a 11 personas solo por no compartir sus ideas. Pese a lo difícil que resulta cambiar una costumbre, deberíamos hacer un esfuerzo por revertir algunos errores históricos, como es considerar heroica la violencia política. Las recientes reacciones mediáticas en nuestro país a favor de Palma Salamanca y Patricio Ortiz, asesinos y terroristas, justifican mi preocupación.