Señor Director,

Desde su fundación, hace más de 130 años, la Pontificia Universidad Católica de Chile ha contribuido al desarrollo del país cumpliendo un rol protagónico en la discusión y búsqueda de soluciones a innumerables problemas públicos y en la formación de profesionales de excelencia. Desde las aulas, pasillos y patios de nuestra universidad se han cultivado los cambios que transformaron Chile, estando siempre a la vanguardia en la promoción de una sociedad libre y responsable. 

En esa línea, el proceso constituyente en el cual está actualmente inmerso nuestro país significó un nuevo desafío en el cual una institución educacional de su prestigio y jerarquía no podía quedar ausente. Es ampliamente conocido que la UC, a través de sus académicos y en diversas instancias, ha participado del proceso constituyente entregando insumos y minutas, así como también organizando debates, diálogos y charlas informativas. A pesar de estos esfuerzos, se estuvo lejos del deber crítico que la comunidad universitaria tiene con el proceso constituyente. 

A medida que los constituyentes avanzaban en la redacción de un texto maximalista e incluso radical, el borrador fue incorporando normas totalmente contrarias a los principios y a la esencia y naturaleza de nuestra universidad. Por otra parte, temas como el derecho a la vida, la libertad en la educación y el respeto a la diversidad de proyectos educativos están consagrados de manera muy deficiente o derechamente ausentes. Todos los insumos entregados por la UC sobre estas y otras materias fueron absolutamente ignorados por la Convención. El resultado fue una mala propuesta de nueva Constitución. Y no nos engañemos, la amenaza es real. Si la propuesta es aprobada se pondrá fin a la UC tal como la conocemos hoy: libre y Católica; además de ofrecer un futuro de profunda incertidumbre para la libertad y para el desarrollo del país.

Tenemos la convicción que se pudo hacer mucho más para evitar este resultado que simplemente observar cómo los convencionales pasaban a llevar los pilares que sustentan la visión de sociedad que tiene y promueve una Universidad Católica, pero nuestras autoridades decidieron evitar la confrontación y abstenerse de una defensa firme y explícita de los valores de nuestra universidad.

Lo más lamentable es que hoy -de cara al plebiscito de salida- se pretende que los alumnos hagan lo mismo, negando la posibilidad de manifestarse al interior de la universidad en favor de alguna de las opciones que estarán en disputa en el plebiscito del 4 de septiembre. Esto no solo es perjudicial para una comunidad universitaria en la cual se deben promover ideas e incentivar el debate y la reflexión, sino que también amenaza con doblegar un principio y derecho fundamental de las personas, como es la libertad de expresión. Si nuestras autoridades prefieren la neutralidad o el silencio, que al menos no se nos inhiba a nosotros, los alumnos, defender desde los patios de todos los campus el aporte que la UC ha hecho a lo largo de toda su historia al país y su pervivencia como universidad libre y católica.

Lucía Uriarte, presidenta Movimiento Gremial UC

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