Señor Director:

A nadie debería sorprender que el Frente Amplio esté hoy en un panorama mucho más desolador que antes de las presidenciales. Un movimiento que partió sin prioridades ni cimientos definidos, ¿por qué habría de funcionar ya consolidado?

Hoy son los Derechos Humanos los que los han puesto a discutir de tal manera, pero quién sabe cuántas diferencias se presentarán en el tiempo.

Si bien hablan mucho de lo que quieren y de lo que le falta a la democracia, pareciera que no hacen ningún esfuerzo para lograr algo al respecto. Cuando se les pregunta por sus principios o su lucha, algunos pueden contestar el feminismo, otros los trabajadores y otros la educación, pero no hacen ningún esfuerzo por aunar sus diferencias en pro de la construcción de algo más potente.

Claramente el Frente Amplio ya no maduró, y eso lo está haciendo cavar su propia tumba. Porque por más que hayan dado clases de política al predicar sobre cómo esta debe funcionar, apuntando con el dedo a la política tradicional, lo cierto es que del dicho al hecho hay un gran trayecto; y mientras no entiendan en qué consiste el juego democrático, sus complejidades y sus acuerdos están lejos de posicionarse como un bloque creíble y estable en el tiempo.