Parafraseando a Manuel Rodríguez, creo que los resultados de la elección recién pasada no deben desalentar a los votantes de Chile Vamos. Sin duda que el ejercicio democrático del domingo fue ejemplar, aunque la participación sigue siendo baja, porque esta vez llegamos al 47% del padrón total habilitado para votar, unos 6,7 millones de electores, y en 2013 se llegó al 49%.
Porcentajes más o porcentajes menos, Sebastián Piñera no ganó en primera vuelta, pero se ubicó en primer lugar de los ocho postulantes a La Moneda con 37%, seguido de Alejandro Guillier con 22,7%. Sin duda que esta diferencia de casi 15 puntos sobre Guillier es importante y un buen punto de partida. Sin embargo, esto que es una buena noticia en cualquier elección se vio aminorado porque se desarrolló una agenda mediática que giró en torno al “fenómeno del Frente Amplio” (FA).
Digo esto porque algo pasa en la memoria colectiva que olvidamos que en la elección de 2009, que ganó Piñera a Eduardo Frei en segunda vuelta, también hubo un fenómeno político llamado MEO, que en primera vuelta obtuvo los mismos votos que el FA. En mi opinión, algo ha invadido con desazón a los que apoyamos al candidato de Chile Vamos y eso tiene que ver con las expectativas que se formaron por las ya tan cuestionadas encuestas. Si bien es cierto que la peor de las mediciones le daba mínimo 40%, la explicación que han dado algunos encuestólogos no deja de ser, al menos, curiosa.
No pretendo analizar el fracaso de las encuestas, porque en nada ayuda a entender lo que pasó, salvo que la expectativa racionalmente construida por los votantes de Chile Vamos hizo que algunos no fueran a votar y eso mermó las posibilidades de Piñera para alcanzar el umbral mínimo de 40% que le daban las mediciones.
En la otra vereda, creo que se ha magnificado el resultado del FA, porque fue la misma votación díscola que obtuvo MEO en 2009 y que se auspiciaba como el nuevo fenómeno de la política, aunque para ser honestos, de fenómeno tuvo bien poco, porque el líder del PRO ha venido bajando sustancialmente su votación de 20% en 2009 a 10% en 2013, y a 6% esta vez.
Mención especial tiene la votación de José Antonio Kast, un 7,9%, porque si se vuelve a la elección de 2009, esos votos en realidad se los sacó a Piñera y no sumó ni un voto más al 44% que éste sacó en primera vuelta de 2009.
Lo que quiero dejar planteado es que esta primera vuelta es demasiado parecida a la de hace ocho años y que en segunda vuelta terminó ganando Sebastián Piñera, por lo que la probabilidad de ganar está a su favor si el trabajo se vuelve a repetir con la misma fuerza y ganas de esa campaña. Quizás lo único que debe preocupar a quienes creemos en una sociedad libre y con oportunidades para todos es que el proyecto político del FA es de un contenido liviano, irresponsable y carente de todo realismo en la práctica, y a la vez de un simplismo comunicacional que llega fácil a las personas y las embauca con gran destreza.
Si Guillier quiere captar esos votos, la pega la tiene cuesta arriba, porque tomar las propuestas del FA para “encantar” a ese votante lo aleja del centro político —donde están los bolsones de votos más grandes—, poniendo en riesgo su victoria.
A esto se suma que los máximos dirigentes del FA han dicho, refiriéndose a Guillier, que “él debe encantar a nuestros votantes”, lo que es una clara señal de que los apoyos explícitos que hagan los dirigentes del conglomerado alejarán a sus votantes de su propuesta programática. Por lo tanto, dudo que lo hagan. Es decir, se repite el “fenómeno” MEO en 2009, quien después de infinitas presiones accedió de forma tardía a apoyar al “candidato del 29% de chilenos”, como llamó en esa oportunidad al oficialista Eduardo Frei.
En definitiva, esta es una elección que está abierta (de Perogrullo). Pero al igual que en 2009, Piñera debe llegar a un voto que no estuvo en la primera vuelta y captar a los miles de simpatizantes DC que no estuvieron con Carolina Goic, así como a los otros que habiendo votado por ella, no lo harían por un candidato que reflejará la izquierda más dura que hemos visto en los últimos años.
William Díaz, economista
FOTO: RODRIGO SAENZ/AGENCIAUNO