El año 1978 quedará registrado en los anales de la historia nacional como el año de la paz y la solidaridad. Bajo el lema “logremos el milagro”, se desarrollaría los días 8 y 9 de diciembre de ese año la primera versión de la Teletón en nuestro país, superándose ampliamente la meta de recaudación inicial de los organizadores. 

El país entero se volcó en una jornada solidaria de 27 horas de amor, que sirvió como un verdadero bálsamo al espíritu nacional que en esas fechas se encontraba fuertemente alterado a raíz de las amenazas de guerra de Argentina por la soberanía de las islas Picton, Nueva y Lennox, en el Canal Beagle. En medio de los aprestos militares argentinos, los chilenos se volcaron en masa a cumplir con su deber solidario. Aún cuando la opinión pública estaba muy atenta al desarrollo de las hostilidades trasandinas, ello no fue obstáculo para que millones de compatriotas demostraran por qué los chilenos somos solidarios con las causas nacionales. Don Mario Kreutzberger logró movilizar y despertar el espíritu solidario de los chilenos. 

Mientras ello ocurría, las autoridades de la época desplegaban frenéticas gestiones diplomáticas y militares para evitar un conflicto armado con Argentina. A partir del fracaso de las negociaciones directas entre ambos gobiernos, en diciembre de 1978, las posibilidades de una guerra eran inminentes. El gobierno chileno, bajo la conducción del Presidente Augusto Pinochet y de su Canciller Hernán Cubillos, hicieron todos los esfuerzos diplomáticos para convencer al gobierno argentino de la necesidad de una solución pacífica a la controversia del Beagle

El equipo negociador chileno, dirigido por el General Ernesto Videla y compuesto por un grupo de destacados juristas, diplomáticos y militares, tuvieron ajetreadas jornadas de trabajo, tanto en Chile como en Argentina, para lograr el cese de las hostilidades trasandinas, cuyas Fuerzas Armadas se encontraban desplegadas en el Sur Austral. En paralelo a las gestiones diplomáticas, miles de soldados y marinos chilenos, profesionales y conscriptos, se encontraban emplazados en la frontera, esperando pacientemente un desenlace fatal. Según testimonios de varios de ellos, ni siquiera supieron del desarrollo de la Teletón. Su única misión era frenar el avance de las tropas argentinas y evitar la ocupación del territorio nacional. Ellos, al igual que los pacientes de la Teletón, también fueron guerreros. Estaban dispuestos a dar su vida por el país y su gente

Cuando ya parecía que la guerra se detonaría irremediablemente, surgió un milagro. La Flota de Mar Argentina, que se dirigía a toda máquina a territorio nacional, con el objetivo de tomarse las islas australes por la fuerza, se vio impedida de seguir avanzando por causa del clima. Una tormenta de grandes proporciones, inusual para la época, impedía que se desencadenara una guerra que hubiera dejado una estela de sufrimiento en ambos países. Mientras ello ocurría y con la activa  intervención de la diplomacia vaticana, finalmente el gobierno argentino se allanó a la posibilidad de una mediación papal. Así, durante diciembre de 1978, ambos países apostaban, con alguna fragilidad, por la paz. El final ya es conocido. Luego de intensas y extensas negociaciones, con avances y retrocesos, ambos gobiernos finalmente firmaron el Tratado de Paz y Amistad de 1984.

A más de cuarenta años de aquel convulsionado mes de diciembre, me pareció oportuno comentar el contexto en que desarrolló la primera Teletón, junto con relevar el importante y exitoso papel desempeñado por el gobierno de la época en el conflicto del Beagle. Ambos eventos dejaron en evidencia que los chilenos tenemos una fuerte vocación por la paz y la solidaridad. 

*Francisco Orrego es abogado.

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