Hace 50 años, el recién asumido presidente Salvador Allende puso en marcha un modelo de desarrollo económico socialista populista que, si bien inicialmente trajo un “veranito de San Juan”, terminó en el más rotundo fracaso.

Los economistas que le acompañaban sostenían que el principal problema de la economía chilena era la subutilización de la capacidad instalada que tenía grandes reservas. Por esa razón, el ministro de Economía Pedro Vuskovic, señaló que en países pobres como Chile, escasos de capital y con abundante mano de obra, se debía trabajar en dos o tres turnos por jornada.

El gobierno fijó los precios de los productos y servicios, aumentó los sueldos, las pensiones y, por supuesto, creció el gasto público, con lo cual esperaba mejorar la redistribución. Todo en base a una descontrolada emisión monetaria.

Los resultados de ese 1971 fueron optimistas para algunos, pero inquietantes para otros. Mientras varios celebraban con euforia esa sensación de gastar el dinero que les sobraba en los bolsillos, otros –como el economista Álvaro Bardón- anunciaron desde el comienzo que esto terminaría en una debacle.

El país creció de 3,6% en 1970 a 8,0% en 1971. La inflación bajó del 36,1% al 22,1%, el desempleo se redujo del 5,7% al 3,8% y los salarios anuales aumentaron de 8,5% a 22,3%.

Sin embargo, como señala el economista Erik Haindl en su libro “Chile y su desarrollo económico”, las empresas estatales sufrieron pérdidas operacionales debido a la fijación de precios, los aumentos de remuneraciones, sobredotación e indisciplina laboral.

Pero la UP tenía el control directo e indirecto de la producción, consumo y el otorgamiento de crédito, de manera que difícilmente se le podía hacer frente sin sufrir las consecuencias. A ello se sumó la creación de los comités vecinales de vigilancia de los consumidores, más conocidos como Juntas de Abastecimiento y Precios (JAP) controladas por militantes del partido Comunista.

Para Allende, la lucha antiinflacionaria era un elemento que le permitiría la movilización popular, mientras que controlar los precios le daba al pueblo la posibilidad de “conservar” el poder de consumo, mientras se profundizaba la construcción del socialismo.

Más allá de una discusión teórica, se desataron fuertes expectativas las que, como en el pasado se fueron diluyendo y se transformaron en frustraciones, pues las medidas eran completamente artificiales. Sólo se estaba produciendo un ajuste entre la oferta y la demanda que traería más inflación, desabastecimiento y crisis general del comercio.

Para el gobierno estas críticas no eran más que un “monetarismo” transnochado, propuesto por economistas que no entendían lo que de verdad estaba pasando en Chile.

Cosa curiosa: al igual que como pasó con la crisis de 1929 y más adelante ocurrirá con la crisis de la deuda en los 80 e incluso en la actualidad, las falsas profecías del “fin del capitalismo” que promueven un mundo mejor, resultaron ser remedios que agravaron la enfermedad.

La fiesta del consumo inmediato de 1971 no solo era inviable, sino que ese mismo año mostraba señales de desequilibrio. El déficit fiscal creció de 3,5% en 1970 al 9,8% en 1971, el del sector público de 6,7% a 15,3%, cayó la inversión bruta, el gasto fiscal creció en un 70% y la cantidad de dinero aumentó en un 110% ¡sólo durante este primer año!

No es extraño que el año terminara con la aparición de la escasez y el mercado negro.

El historiador Eric Hobsbawn se preguntaba si la vía chilena sería o no capaz de superar la brecha y el retraso, cuestión que era más difícil de lo que creen los planificadores centrales. Mientras que otro historiador, Harold Blakemore, temía si “¿podía llevarse a cabo un intento serio de revolución económica y social dentro del marco existente de libertad política y orden institucional? O si acaso “la transformación marxista solo podía ocurrir a través de la destrucción violenta de las estructuras heredadas?”.

El final es conocido, el crecimiento cayó a -0,1% en 1972 y -4,3% en 1973. La inflación subió en iguales años a 260,5 y 605%, mientras que los salarios reales cayeron en -11,3 y -38,6.

La fiesta del consumo no solo terminó con una resaca de proporciones, sino que le costó demasiado caro a un país que hace 50 años seguía siendo demasiado pobre.

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3 Comentarios

  1. informacion necesaria y casi inexistente para las nuevas generaciones . la izquierda se ha tomado y difundido la historia con ideologia y falsedad. como idealizar y llegar a decir que » allende ha sido el mejor gobierno de Chile».

  2. El problema es que ya son muy pocos los que vivimos la UP y su debacle tanto económica como política e institucional, por eso y porque la historia la han contado mayoritariamente desde la visión sesgada y mentirosa de la izquierda, hay tantos ilusos que se tragan y se seguirán tragando la idealización que han logrado hacer de la UP.

  3. A pesar de ser un fracaso total en lo politico, economico y social, hoy en este Siglo XXI la izquierda desea volver a esa epoca y quiere hacernos retroceder en cincuenta años para finalizar el gobierno del compañero Allende y su mentada Via Chilena al Socialismo.

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