El 31 de agosto el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) dió a conocer que, según el resultado del censo corto realizado este año, el total de la población en Chile al día del Censo era 17.373.831 habitantes. Previamente, a través de la Presidenta de la República y a efectos de recuperar la confianza de la ciudadanía en el INE, se anunciaba con satisfacción que la cobertura del Censo de Vivienda 2017 había sido del 98,95%, la cual fue incrementada en agosto pasado por el Instituto a un 98,98%.
La divulgación de estas cifras, lejos de llevarnos a recuperar la confianza en el INE, genera serias dudas sobre la calidad de estos resultados y la idoneidad de quienes son responsables de darlos a conocer. Veamos algunas razones.
Comenzando por el Censo de Vivienda, el porcentaje de cobertura se refiere a la comparación del total de viviendas visitadas en el Censo 2017 con la cifra obtenida en el conteo de vivienda (Precenso) llevado a cabo aproximadamente nueve meses antes. Debido a que en este lapso el número de viviendas se incrementa, es de esperar que la cifra del total de viviendas censadas sea mayor que la del Precenso. Es decir para una operación censal normal, esta cobertura debería ser mayor al 100%. Así, en el Censo 2012, la cifra de cobertura obtenida por igual método fue de mayor del 101%.
El porcentaje de cobertura de 98,98% presentado por el INE indica que, existiendo más viviendas, la operación del Censo 2017 ni siquiera fue capaz de registrar un número de viviendas igual a la cantidad obtenida nueve meses antes en el precenso. Más aún, si se aplica la metodología seguida por la Comisión Nacional Evaluadora del Censo 2012, que actualizaba el número viviendas al momento de dicho censo, también es fácil demostrar que la cobertura de viviendas del Censo 2017 es peor que la del vilipendiado censo anterior.
¿Cuál es la razón del INE para mostrar la cifra de cobertura del 98,98% como un logro exitoso del Censo 2017?
Con relación a los 17.373.831 habitantes dados como cifra preliminar de población por el Censo 2017, las proyecciones oficiales de población del INE para el año 2012 son de 17.444.799. Sobre la base de esta proyección, una Comisión Nacional Evaluadora conformada exclusivamente por usuarios de resultados censales determinó una omisión de 9,3%, por lo cual recomendó no utilizar la información de ese Censo para la elaboración de políticas públicas. La directora del INE resuelve adoptar este criterio y desecha toda la información recolectada en este Censo. Es decir, confiaba decididamente en las proyecciones del INE para el año 2012, pero al parecer para las de 2017 no tiene igual confianza.
Si comparamos esta proyección oficial para el año 2012 avalada por el INE, con la población obtenida en el Censo 2017, se tiene el absurdo de que cinco años después, la población en Chile habría disminuido en 70.968 personas. Es decir, durante este lapso, sería mayor el número de fallecidos que el de nacimientos.
Asimismo, con la información oficial y la metodología adoptada por el INE para evaluar el Censo 2012, se puede demostrar también que la omisión de población es peor en el Censo 2017. En consecuencia, siguiendo igual criterio, no se debería recomendar utilizar la información recolectada en este Censo Corto a efectos de trabajar en políticas públicas.
Estos son resultados preliminares básicos del Censo 2017, pero la escasa o nula capacitación impartida a los censistas presagian que la información recolectada sobre las pocas características investigadas en este censo corto tendrá también serios problemas de confiabilidad.
De esta forma, en circunstancias económicas restrictivas, el país se habría dado el lujo de llevar a cabo el censo más caro de su historia, con resultados que vaticinan una peor calidad que la de cualquiera de los censos anteriores.
Carlos Araujo Ayesta, investigador del Centro de Estudios Estadísticos (DATA)