Este domingo 18 de julio se realizan las primarias presidenciales de Chile Vamos y de Apruebo Dignidad, que sin duda es un momento decisivo en la política chilena durante el 2021. La ex Concertación, en esta oportunidad, no realizará su proceso de definición de candidato presidencial a través de las primarias legales debido a sus problemas internos y a los desastrosos efectos de las elecciones del 15 y 16 de mayo.
En la centroderecha se enfrentan cuatro candidaturas: Joaquín Lavín (UDI), Mario Desbordes (RN), Sebastián Sichel (independiente) e Ignacio Briones (Evopoli). En la izquierda, por su parte, se enfrentan Gabriel Boric (Frente Amplio) contra Daniel Jadue (Partido Comunista). Al comenzar el proceso había candidaturas lanzadas en cada pacto, como eran la de Joaquín Lavín y de Daniel Jadue, respectivamente, que parecían tener el triunfo asegurado y con distancia. Sin embargo, con el paso de las semanas y de la campaña la situación ha ido cambiando al menos parcialmente, y Sichel permitió hacer competitiva la primaria de la centroderecha, en tanto Boric ha logrado desafiar de manera impensada a Jadue. Si bien es probable que Lavín y Jadue sigan conservando las mayores posibilidades de obtener el triunfo, no cabe duda que se ha podido observar uno de los efectos de las primarias: permitir los debates, las campañas, la competencia y los cambios en la opinión, todo lo cual ha generado que el resultado de este domingo sea incierto.
El caso más notable se ha producido en la izquierda. Después de las elecciones para la Convención Constituyente, Daniel Jadue emergió con una fuerza que parecía imparable, disparado en las encuestas como candidato presidencial y eventual futuro gobernante. Quizá eso mismo le hizo despreciar la incorporación de la socialista Paula Nárvaez a la primaria de la izquierda. Durante la campaña el abanderado comunista ha tenido problemas, especialmente en los debates, donde se ha mostrado errático, ingresando a discusiones torpes, con problemas para explicar su programa y belicoso en exceso. En paralelo, Gabriel Boric ha tenido grandes presentaciones, prácticamente sin errores, apareciendo sólido y con una visión de país en los debates y con una emotiva y bien armada franja electoral, lo que se ha reflejado en el crecimiento en el apoyo popular. ¿Le permitirá todo esto ganar?
Hay un elemento clave para considerar en las primarias, válido para ambas coaliciones: la capacidad que tengan los candidatos y partidos para movilizar electores. En el pasado esto ha sido un factor de predicción para las elecciones presidenciales, al punto que el 2013 la Nueva Mayoría superó ampliamente en convocatoria en sus primarias, y triunfó en las presidenciales de ese año; el 2017 fue Chile Vamos el que superó a la izquierda en participación, así como triunfó en los comicios por llegar a La Moneda. Por lo mismo, la apuesta de hoy no solo consiste en por quién votar, sino también en la capacidad de llevar mucha gente a las urnas, considerando que la percepción que se produce en la noche electoral es la de estar eligiendo a quién será el próximo Presidente de Chile (lo cual, entre otras cosas, hace tan valiosas las primarias y perjudica a quienes no fueron capaces de realizarlas).
En este plano hay otro elemento importante. Me parece que la apuesta estratégica de la izquierda es situar a sus candidatos como los dos más votados, dejando al ganador de las primarias de Chile Vamos como el tercero con más votos, lo que resultaría ciertamente dañino política y comunicacionalmente. La sola presencia de dos candidatos contra cuatro hace que eso sea posible, incluso si votara la misma cantidad de personas en cada una de las primarias, por lo cual se vuelve más necesario todavía privilegiar el trabajo por la mayor participación entre los partidarios y cercanos.
Un aspecto que ha sido poco analizado es el clima político de las primarias en ambos conglomerados. Al respecto, en Chile Vamos comenzó con problemas que se fueron superando a medida que avanzaba el proceso; por otra parte es evidente que existe una mayor unidad doctrinal entre sus cuatro candidatos, si bien es posible advertir matices y énfasis en determinados temas, pero todos tienen una clara adhesión a la democracia republicana, la economía social de mercado y la necesidad de reforzar la cohesión social y el apoyo a los más desfavorecidos. En Apruebo Dignidad, por el contrario, hubo un primer debate amistoso y lleno de “buena onda”, pero que fue mutando con el paso de las semanas, hasta llegar a descalificaciones y acusaciones, especialmente de parte de Daniel Jadue contra Boric (como ser responsable de que haya “presos de la revuelta”). Lo más probable es que esto se deba tanto a la evolución de las campañas y al fortalecimiento de la candidatura del candidato frenteamplista, en lo personal y en el apoyo ciudadano, así como a la caída de Jadue en la percepción pública y por sus presentaciones en los debates. Como resultado, hoy la izquierda está más dividida, incluso en temas de fondo. Así lo dejan de manifiesto las claras expresiones del candidato del Frente Amplio para salvaguardar el derecho a manifestarse y la necesidad de respetar los derechos humanos en Cuba, frente al tradicional apoyo del Partido Comunista a la dictadura cubana.
Lo anterior no solo tiene relevancia por el clima de campaña o porque el crecimiento de las descalificaciones y ataques generan una dinámica impropia de quienes comparten un proyecto político y un eventual futuro gobierno. En la práctica, la tarea número uno que deben realizar los tres candidatos derrotados de Chile Vamos y el que pierda en la primaria de la izquierda es respaldar con decisión y convicción, sin ambigüedades ni resentimientos, a quien haya obtenido la primera mayoría. Desde este lunes 19 de julio todos ellos y los respectivos partidos deberán trabajar por el candidato ganador para integrar ideas al programa presidencial común, para formar equipos que incorporen a quienes apoyaron a los distintos candidatos en las primarias y para hacer realidad el concepto de gobierno amplio, integrador y de futuro. Si se pierde la confianza es difícil recomponerla de un día para otro y en eso la centroderecha aparece mejor parada. El 2013 fue exactamente al revés, cuando la primaria entre Renovación Nacional y la UDI dio un verdadero espectáculo, y la candidata presidencial definitiva ni siquiera había competido en las primarias realizadas en esa ocasión.
Ha llegado el día decisivo, donde se acaban las campañas y los análisis de ocasión, las encuestas serias o interesadas, los debates y las entrevistas para convencer a los partidarios. Este 18 de julio habrá dos candidatos presidenciales que deberán seguir trabajando, ahora para competir por llegar a La Moneda, el premio mayor de la política nacional. Con seguridad se sumarán otros nombres a la lista, y los resultados de este domingo incidirán eventualmente en la consolidación o caída de otras candidaturas. Por ejemplo, un triunfo de Jadue abre el camino a una postulación de la ex Concertación, que podría emerger con fuerza, especialmente a través de una figura como Yasna Provoste. Por el contrario, una victoria de Boric quizá sería una invitación a grupos socialistas a sumarse a un proyecto de izquierda amplio, como no se conoce desde la Unidad Popular, aunque existió parcialmente con la Nueva Mayoría, cuando el Partido Comunista se integró al proyecto de Michelle Bachelet. Ya habrá tiempo para analizar este nuevo tema, porque –como suele ocurrir en Chile– cuando termina una elección de inmediato comienza el trabajo y el proyección para la elección siguiente. Más todavía cuando se trata de primarias.