Fue una semana marcada por el recrudecimiento de la pandemia que produce efectos políticos, sociales y económicos; sobre todo por la cuarentena que está afectando en los momentos que escribo a unos 16 millones de ciudadanos, quienes están privados de circular, con el prospecto que el aislamiento genere una baja en los niveles de contagio que está mostrando la enfermedad. Esto desde el 1 de marzo, a raíz de la vuelta de vacaciones de un número importante de chilenos a sus hogares.

El principal efecto político es la instalación de un debate sobre el cambio de las elecciones que estaban consideradas originalmente, el 10 y 11 de abril. El gobierno envió un proyeto de reforma constitucional para que el Parlamento zanje rápidamente dicho cambio. La Cámara de Diputados lo aprobó, exigiendo una serie de aumentos en los planes de apoyo social del gobierno, pero también aprobando un articulado para que los parlamentarios que adquirieron créditos para financiar sus campañas no paguen los intereses correspondientes en el periodo que dure la suspensión de la campaña, es decir, hasta el 28 de abril. Este artículo fue aprobado por moros y cristianos en la Cámara de Diputados, pero suprimido en la primera reunión de la Comisión de Constitución de la Cámara Alta.

Quiero ejemplicar con aquello que los honorables han tomado la oportunidad de traslado de la elecciones para fines propios y no para el principio que debería gobernar todos este proceso: si casi todo el país está encerrado, no imagino que se puedan realizar las elecciones simplemente porque la pandemia no lo permite.

En definitiva, en mi opinión deben ser factores técnicos unidos a mediciones sanitarias los que inclinen la balanza a una definición en favor de la postergación. Con casos activos cercanos a los 50.000 y una positividad sobre el 10%, la representación de la elección no ocurrirá mayoritariamente, restándole legitimidad a la misma. Para este domingo ha sido citada una sesión especial del Senado, y muchos esperamos que no aparezcan nuevas sorpresas, porque con toda probabilidad deberá constituirse una Comisión Mixta para efectuar el traslado antes del sábado 10 de abril, fecha que aún está vigente.

El gobierno está disponiendo nuevas ayudas sociales para las familias que están experimentando la falta de ingresos por el agudo desempleo que acarrean las medidas de restricción a la movilidad, disponiendo unos 6.000 millones de dólares adicionales. Nuevamente el mundo parlamentario de izquierda y derecha está presionando para que se efectúe un tercer retiro desde las cuentas de capitalización individual. Ya en los primeros dos retiros los ahorrantes sacaron unos 35.000 millones de dólares, que nadie sabe cómo se repondrán. Un tercer retiro sería un golpe de gracia o remate del sistema privado de pensiones y, abre serias dudas por el origen del financiamiento futuro para la vejez.

Importantes sectores de clase media han quedado atrapados y sin apoyo por la burocracia del Estado, su lentitud y, en definitiva, la falta de un sistema de información que permita auxiliarlos con la urgencia que la catástrofe demanda. Esto es una presa fácil para el populismo que tanto daño a hecho al país y que lamentablemente continuará haciéndolo.

La economía sufrirá los efectos también, porque los sectores más afectados por las restricciones son sectores presenciales, tales como el comercio, la construcción, servicios, manufactura, transporte, entre otros, todos sectores que absorben una cantidad importante de mano de obra. Entonces, el IMACEC de marzo será negativo y probablemente el de abril también, retrasando aún más la recuperación del empleo de calidad afectado por una lenta recuperación de la inversión, impactada a su vez por la inestabilidad política.

Cabe entonces la pregunta: ¿hacia dónde va la economía? El debate entre los pre candidatos presidenciales se concentra en los derechos sociales, pero nadie se refiere a su financiamiento.

El Presidente del Banco Central, con motivo de la entrega del último IPOM, que ha sido calificado como optimista, distinguió entre recuperación y crecimiento, idea que hemos empujado desde este espacio a sabiendas que detrás de los guarismos entregados se esconde el efecto de una baja base de comparacion durante el 2020, y que todavía no conocemos los efectos últimos sobre la actividad de la pandemia; y, peor, no conocemos exactamente el impacto de la inestabilidad política y la violenca sobre el crecimiento de la economía. Mis cálculos me llevan a pensar que la tendencia de la economía se mueve entre 2% y 3%, números insuficientes para provocar una reactivación sostenida del empleo de calidad, y de una trayectoria de consumo estable y permanente del tiempo, además de producir poca recaudación para financiar los elefantiásicos gastos públicos atados a las promesas sociales.

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