El IMACEC correspondiente a diciembre de 2018, bajo el 3%, marcó que la economía chilena creciera cerca del 4% el año pasado. El registro cumplió con las expectativas de gobierno y de analistas privados y, además estableció una clara diferencia con los números que habíamos visto en los cinco años anteriores. Es el crecimiento de la inversión lo que marca la diferencia, trayectorias negativas durante la administración pasada versus el casi 7% que marcará durante 2018. Sin embargo, hay una nota de atención sobre la trayectoria de crecimiento para este año. La economía muestra una cierta desaceleración durante la última parte del año pasado y que tenemos que tener en cuenta para evaluar la trayectoria que mostrará el crecimiento del PIB durante 2019.

En primer término, como hemos advertido desde estas líneas, la desaceleración de la economía mundial, con la guerra comercial entre China y Estados Unidos, el enfriamiento de Europa, Brexit incluido, y el fin de un largo ciclo expansivo en las principales economías del mundo, ya le costó a Chile una cifra cercana al 0,5%. Esto es, sin guerra comercial, Chile habría crecido cerca del 4,5%.

Debemos distinguir entonces entre el achatamiento inevitable del ciclo económico y la tendencia de mediano plazo de la economía chilena (el llamado producto tendencial), el cual en cálculos preliminares se aproximará al 4% en la siguiente medición. Eso es lo que Chile puede crecer dada la trayectoria de la fuerza de trabajo para los próximos períodos, las restricciones del mercado laboral, el impacto de la estructura impositiva sobre la trayectoria del capital, esto es la inversión, y ciertamente la productividad total de aquellos factores de producción. En resumen, sin reforma tributaria ni reforma laboral que mejoren el crecimiento tendencial, será muy difícil mejorar la trayectoria de mediano plazo del PIB y solo se podrá aspirar que aquella refleje únicamente los vaivenes del ciclo económico que a su vez está fuertemente determinado por la economía mundial.

Se ha dicho mucho de la reforma tributaria, pero lo ocurrido en los periodos anteriores, la evidencia de la caída de la inversión y la menor recaudación fiscal, unido a la fuerte expansión del gasto público, no solo dejaron al país con un fuerte aumento de la deuda pública, sino también con una cantidad importante de bienes públicos de calidad, educación, salud y previsión sin financiamiento. El proyecto de  modernización tributaria con integración de tributos producirá eso, pero debe sortear las ideas de sectores de la oposición, que aún defienden la gestión anterior, y además están convencidos que se requieren más impuestos para mejorar la equidad del sistema económico. Están equivocados, y cuando estuvieron en el poder fracasaron porque no solo empeoró la distribución del ingreso, sino que también creció la pobreza.

Pero también el mercado laboral necesita respuestas. No es sólo la discusión en torno a la medición del desempleo, es también que la fuerza de trabajo femenina necesita ocupaciones que le den mayor flexibilidad para trabajar. Una gran proporción del mercado laboral está constituida por mujeres jefes de hogar, que necesitan incorporarse a la fuerza de trabajo y simplemente las restricciones legales laborales no se lo permiten. Aun con mayor crecimiento de la economía, las mujeres trabajadoras necesitan más respaldo.

El desafío es enorme, son las nuevas ideas versus las viejas, es el crecimiento versus el estancamiento, es el mayor bienestar versus la pobreza, que reclaman dejar atrás millones de chilenos.

 

Foto: VÍCTOR SALAZAR M. / AGENCIAUNO.