La entrega del llamado borrador del texto que la Convención Constitucional (CC) hizo al Presidente de la República el lunes 4 de julio, desencadenó una serie de hechos políticos que se venían expresando en forma embrionaria a través de  encuestas y estudios de opinión.

Incluso, sobre la base de análisis de personas ligadas a la centro izquierda, y también la opinión de expresidentes. Uno de ellos dijo en forma rotunda que rechazaría la propuesta, y otro que, al menos, no aprobaría el texto trabajado durante un año por la CC.

Pero todo ese conjunto de datos e información llevaba a una conclusión indesmentible: el centro de gravedad  de la ciudadanía, que había indicado, en un principio, por abrumadora mayoría, que quería una nueva carta fundamental, había cambiado, y ese texto no recibía una adhesión mayoritaria.

La razón fundamental es que la propuesta solo convence a la mayoría de extrema izquierda que lo redactó, e intenta refundar nuestra Nación, segregando de acuerdo al origen racial, e instaurando un sistema político que carece de virtudes democráticas. Las principales son la representatividad y mantener la oportunidad abierta, para que la ciudadanía mantenga la posibilidad de cambiar de opinión.

En los momentos que escribo se advierte el preludio de la campaña en pos del apruebo que lanzará La Moneda. Ello, en un claro signo de intervencionismo electoral, y también un gesto desesperado de evitar  que  lo que se preparó para obtener el poder total, se diluye. Mi abuelita me enseño cuando era un niño, que en la puerta del horno se quema el pan. Cómo he recordado esa frase.

No vamos a repetir aquí lo indicado durante varias semanas, pero es claro que la convención constitucional fracasó en el mandato encargado por la ciudadanía, redactar un nuevo texto constitucional que representara mayoritariamente a los ciudadanos.

En su lugar construyó un texto que no cumplió la tarea que, con probabilidad muy alta, va a ser rechazado, y que presenta características antidemocráticas y de destrucción de la economía muy marcadas. Los extremistas que están detrás de aquello lo saben, y creo no les importa.

Sin embargo, muchos segmentos de la sociedad ya lo han detectado. Por ende, la baja en las encuestas, junto a otros signos de popularidad, tanto de Boric como el apoyo al trabajo de la Convención, es cada vez más bajo.

Los grupos extremistas de  izquierda ya instalaron un estado pre revolucionario, y han generado vueltas de carnero, principalmente del primer mandatario. Se puede sintetizar en que dijo que no habrá cambio de gabinete, y no se necesita el apruebo para llevar a cabo las reformas anunciadas.

Sobre el cambio de gabinete que el primer mandatario negó en primera instancia, cambió su discurso ahora a «todo es perfectible». Sobre el resultado del plebiscito, el cambio es evidente porque La Moneda sabe que en estos momentos no cuenta con el apoyo mayoritario de la ciudadanía.

La campaña será millonaria, con recursos de todos los chilenos, para que mediante el engaño la opción del apruebo pueda ganar.

Se ha enviado una reforma tributaria llena de eslóganes, y donde los impactos sobre personas y empresas aparecerán nítidamente en las próximas semanas.

El ministro de Hacienda nos ha dicho que sus cálculos lo lleva a concluir que, en régimen, esa reforma debería recaudar un 4% del PIB, unos 12.000 millones de dólares.

Ello devela dos problemas. En la Cuenta Pública, Boric anunció bienes públicos por unos 60 mil millones de dólares, y es poco probables que esa reforma recaude unos 12 mil millones de dólares.

Entonces, tenemos por delante un enorme monto de deuda pública, e impuesto inflación para financiar el déficit fiscal que provocarán el populismo y la demagogia.

Mas allá del detalle que dispondremos a medida que se desarrolle el debate. En dos meses, que es el rango que más le interesa al gobierno, la autoridad no será capaz de enfrentar la principal causa de incertidumbre, la violencia que recorre el país en la forma de delincuencia y el terrorismo.

Esa manifestación de violencia lleva hasta aquí una trayectoria de caída de la inversión del orden de 5%, sin considerar el impacto de la reforma tributaria que aparecerá en el análisis próximamente.

Esa cifra de caída de la inversión no solo tendrá impacto en el crecimiento de este año, sino que también en el próximo. Sera muy importante observar las cifras del próximo IPOM en septiembre, para tener en cuenta el impacto sobre la trayectoria del empleo.

En suma, la estanflación, inflación más desaceleración, se sentirá con más fuerza a partir del último trimestre de este año. El enfriamiento de la economía mundial se sumará a esas trayectorias, por lo que el gobierno tendrá que enfrentarla.

La trayectoria del tipo de cambio que observamos en las últimas semanas, junto con recoger  los ajustes en política  monetaria en EEUU, la debilidad  creciente de China, corresponden a la incertidumbre que ha instalado el nuevo texto constitucional, como también a la desconfianza en que La Moneda pueda remediar el ciclo económico mundial, junto con detener  la violencia que impera en el país, expresada en terrorismo y delincuencia.

Alejandro Alarcón es economista.

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