A cuarenta días del inicio de la franja electoral televisiva para el plebiscito del 26 de abril parece importante reiterar el valor que aún tiene este espacio en cualquier proceso electoral que viva el país. Algunas voces han salido a criticar el espacio argumentando principalmente que los spots televisivos ya no son lo de antes y que han perdido toda validez, mientras otros acompañan lo anterior indicando que, según se ha demostrado, dichas piezas audiovisuales no logran modificar opiniones, sino más bien confirmarlas. Al respecto, conviene indicar algunos bemoles a dichas posturas.

La franja electoral televisiva es aún una importante pieza en el entramado de una contienda electoral y así lo demuestran las disputas que se han visto en las últimas semanas por tener más minutos en ella o para siquiera tener derecho a figurar en los 30 minutos diarios que serán emitidos en dos bloques de 15 minutos cada uno. El rol que los mismos políticos le dan al espacio también se manifiesta cuando algunos enrostran que Sebastián Lelio producirá la campaña del Apruebo, mientras “sólo” Alex Hernández dirigirá la campaña del Rechazo, como si esto fuera cosa de pergaminos.

El valor de la franja reside principalmente en que permite dar a conocer a un número importante de ciudadanos las posturas de los distintos candidatos u opciones electorales. Su carácter informativo y formativo está demostrado vastamente hasta la actualidad. Es un hecho que la audiencia de este espacio ha bajado considerablemente en los últimos años, pero de igual manera como ha ido disminuyendo el número de ciudadanos que ven televisión abierta.

En la última elección vivida en Chile, el 2017, una encuesta del Consejo Nacional de Televisión arrojó que el 69,9% de los chilenos admitió haberse informado de los candidatos y sus posturas por la pantalla chica y el 54% valoró el espacio destinado a la propaganda pues sirvió para conocer a los candidatos. Otro estudio del mismo año, realizado por profesores de la Universidad de Chile, demostró que a lo largo de los años, elección tras elección, la franja se ha desgastado, efectivamente, pero que aún sigue siendo un elemento fuertemente efectivo y que todavía mantiene altos niveles de audiencia, alcance, frecuencia y fidelidad.

Puntualmente, la baja de rating de este espacio se subsana fuertemente con la viralización que los mismos spots tienen a través de las redes sociales. De hecho, los mismos comandos suelen liberar momentos antes los spots producidos para la televisión en las diversas redes sociales, entendiendo que hoy hablar de las plataformas como compartimentos separados es no entender el ecosistema de los medios.

Ahora bien, los manuales de marketing electoral suelen, efectivamente, indicar que las franjas electorales, al igual que los debates televisivos, confirman opiniones ya pre establecida más que lograr modificar posturas respecto a las opciones a escoger. Sin embargo, es importante puntualizar que los estudios existentes a este respecto se refieren a elecciones entre candidatos y no en plebiscitos como el que enfrentaremos en abril, donde las opciones son fuertemente contrapuestas, a diferencia de los matices de grises que puede haber en una elección entre candidatos.

Por todo lo anterior, es una torpeza quitarle el peso que la franja electoral televisiva tendrá en pocas semanas más, más aún si se le suma que si bien la opción Apruebo parece tener la carrera ganada, cada semana pierde adeptos, mientras además existe un porcentaje no menor de indecisos y la opción Rechazo es la que más voto silencioso debería tener.

La franja vale. Y mucho.

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Alberto López-Hermida

Periodista. Director de la Escuela de Periodismo de la U. Finis Terrae