El pasado domingo, José Antonio Kast no sólo obtuvo la primera mayoría en la carrera a La Moneda, sino que también podría haber asegurado un triunfo que deberá capitalizar correctamente, incluso a pesar de lo que ocurra en la segunda vuelta electoral.

Son dos los escenarios que pueden concretarse en 25 días más, y en ambos el candidato republicano no puede estar en mejor pie. Kast ya ganó, pase lo que pase. Veamos por qué.

En primer lugar, puede ganarle a Gabriel Boric y acertarle un golpe definitivo a un proyecto que día a día parece entramparse más y, en estos cuatro días post electorales, no ha dado muchas señales profundas de real renovación. El pasado pesa demasiado como para superarlo con un par de fotos.

Hoy al menos, la posibilidad de Kast de llegar a la presidencia no sería nada descabellada. Más bien parece bastante posible, aunque todo puede pasar en esta carrera de contrastes pronunciados, declaraciones cruzadas y electorado líquido.

Por un lado, hacer el ejercicio en una pizarra de sumar sin más votos de candidatos derrotados al porcentaje obtenido por Boric o Kast es un uso de la calculadora que podía ser válido en los 90. Hoy, ya no es así.

La mayoría de quienes apostaron por Sebastián Sichel es probable que se terminen decidiendo por Kast, a pesar del gelatinoso y camaleónico apoyo del ex abanderado. Los electores de Yasna Provoste, en tanto, no es tan evidente que se vuelquen en masa al proyecto de Boric, pues, aunque a veces cueste creerlo, aún hay muchos decés que hacen honor al nombre y origen de su partido. Por último, quienes sorpresivamente marcaron a Franco Parisi como opción, no es tan incierto su destino, pues la mayoría de ellos viven en la zona norte del país y su voto responde en buena medida a la postura del candidato-holograma respecto a la inmigración. Huérfanos en ese tema, Kast aparece como la mejor alternativa frente a la poca claridad de Boric a este respecto.

Junto a lo anterior, el frenteamplista parece que debe hacer mucho más esfuerzo y sacrificio que el republicano para viajar al centro del espectro político, particularmente por el lazo sanguíneo que tiene Boric con el comunismo, que como se ha visto estos días, no le permitirá insinuaciones de moderación en su discurso.

Sin embargo, para abrazar la victoria final, Kast debería hacer al menos tres cosas que aún no realiza abiertamente. Y 96 horas ya es demasiado tiempo de espera. Primero, debe ponerle pantalones largos a su equipo e incorporar experiencia y horas de vuelo en él; segundo, madurar, ensanchar y hacer notorio su programa en áreas clave en las que Boric ya ha dado señales, aunque cosméticas, de acomodo; y tercero, ajustar su relato de campaña y profesionalizar su vinculación con los medios y plataformas. En esa línea, es urgente que, por poner solo un ejemplo, sea mucho más enfático y categórico frente a esos cavernícolas iluminados que se le colaron por la ventana cuando el republicanismo era sólo una apuesta. Efectivamente, hablo de Johannes Kaiser. Entre otros.

En corto: Kast debería dejar atrás cuanto antes al José Antonio que aspiraba al 12% y comenzar a comportarse como el próximo presidente de Chile.

Ahora bien, el otro escenario posible para el próximo 19 de diciembre es, evidentemente, que Kast pierda la contienda. Si eso sucede, el republicano podrá humanamente entristecerse, pero, dependiendo de su trabajo en estos días que quedan de campaña, podría rápidamente ponerse en pie, pues no existe en toda la centroderecha alguien que le haga sombra como cabeza de una posible oposición al gobierno de Boric. Una oposición numerosa, con un buen capital en ambas cámaras del Congreso y con alguien a la cabeza que no guardará silencio ni mirará para el lado.

Aunque pierda en las urnas en diciembre, Kast seguiría siendo la voz de la seguridad frente a cada asomo de la ya anunciada inestabilidad.

Por todo lo anterior y pase lo que pase, JAK ya ganó… ¿o no? Se viven días decisivos. Cada hora cuenta.

Periodista. Director de la Escuela de Periodismo de la U. Finis Terrae

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