El peor favor que se le puede hacer a las reivindicaciones de la mujer en la sociedad chilena es que nos pongamos hipersensibles. La publicación que hizo Heraldo Muñoz en Twitter de una caricatura de Cecilia Pérez culpando al gobierno anterior de la ola de calor que azota al país no es más que una anécdota que ha escalado a proporciones… caricaturescas.

Tras el tweet del ex Canciller de Michelle Bachelet las reacciones de las mujeres de centroderecha no se hicieron esperar. La diputada RN Paulina Núñez lo acusó de “perder el respeto por una mujer”; la intendenta de Santiago Karla Rubilar lo calificó como una “tremenda falta de respeto”; y la ministra de la Mujer, Isabel Plá, aprovechó cuanto asomo tuvo en los medios para insistir que era una falta de respeto a una mujer, lo que finalmente degradaba el debate. La aludida también respondió, acusando al presidente del PPD de tener “ambiciones electorales”, lo que lo llevó a denigrarla.

La verdad es que Heraldo Muñoz no es de ese tipo de publicaciones, cierto, pero el que twitteara dicha caricatura no es más que una chacota efímera al rol de vocera de Pérez. La reacción de las mujeres oficialistas parece ser de una sensibilidad exagerada.

La caricatura en cuestión alude al cargo de la vocera de gobierno y no a su persona ni al hecho de ser mujer. Muy distinto es cuando Yerko Puchento ataca a la misma ministra Pérez por su aspecto físico, comparándola con un gorila de parque de diversión. En este último caso se mancilla a la persona de forma gratuita y abusiva –en ese entonces aún no era ministra–, mientras que ahora no es más que la publicación torpe de un dibujo bastante malo, por cierto.

La caricatura es un “dibujo satírico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguien”, una “obra de arte que ridiculiza o toma en broma el modelo que tiene por objeto”. En política se utiliza desde hace siglos, cuando en la Alemania de la reforma se tallaban retratos de autoridades como ángeles o demonios; y en la Francia decimonónica, cuando se ridiculizó al mismísimo Napoleón Bonaparte. Nuestro país probablemente encuentra su momento más álgido en este sentido con publicaciones como Sucesos entre 1902 y 1932 y Topaze entre 1931 y 1970.

La mujer o el hombre que se decide por un cargo público se expone, entre otras muchas cosas, a ser retratado caricaturescamente, ya por cronistas periodísticos que buscan dar cuenta del acontecer político, ya por sus enemigos que hacen uso de la sátira como arma política.

La diputada Núñez, la intendenta Rubilar y la ministra Plá – todas de excelente desempeño profesional – le hacen flaco favor a las reivindicaciones femeninas sintiéndose vulneradas por ofensas que no lo son.

Que la ola de calor no nos haga caricaturizar el debate.

 

FOTO: RODRIGO SAENZ/AGENCIAUNO

Periodista. Director de la Escuela de Periodismo de la U. Finis Terrae