Finalmente Alan García confirmó lo que era un secreto a voces: nuevamente será candidato a la Presidencia de la República del Perú en las próximas elecciones a celebrarse en abril del 2016, y seguramente… volverá a ganar para hacerse de un tercer período presidencial.

Efectivamente, el ex gobernante peruano que actualmente está tercero en las encuestas tiene muy buenas posibilidades de triunfar, especialmente si se considera que quien lidera las encuestas es Keiko Fujimori, hija del ex presidente Alberto Fujimori, sucesor de García en el primer mandato. Fiel a su buen olfato político, de seguro García sabe que cuenta con buenas posibilidades, ya que no se lanzó a una piscina sin agua para perder. Mal que mal, cuando regresó a la política lo hizo para cambiar el que sería el epitafio de su tumba.

Carismático y de gran oratoria, este hombre que mide 1.90 de estatura sorprende, pues es capaz de vender lo invendible y de hacer creer lo increíble. Inteligente, culto, sagaz, hoy por hoy es uno de los mejores representantes del denominado realismo mágico latinoamericano en su expresión de caudillo.

Sí, porque García es eso: un caudillo. No es un simple líder político con capacidad para sobrevivir.

Poco importó que quebrara y se robara el país durante su primer mandato (1985-1990). Los peruanos, en un magnífico ejercicio de amnesia y olvido histórico, lo perdonaron y le creyeron que no volvería a cometer los mismos errores de cuando ganó la presidencia con tan sólo 36 años de edad. Para su segundo mandato, tras una estadía en Francia –como “corresponde” a todo latinoamericano-, volvió y demostró una capacidad increíble de reinvención, y fue reelegido como Presidente para el período 2006-2011. Ahora, era un hombre maduro que había cambiado. Y vaya que lo hizo, pues Perú continuó con un camino nuevo que lo encausaba por una ruta de recuperación y más tarde de progreso.

Pero a García no sólo le perdonaron el pasado político, sino que también que negara la paternidad de una hija fuera del matrimonio. Al contrario, siguiendo ese retrógrado y añejo “machismo” latino fue celebrado y más bien levantado como un “gesto de hombría”.

Como buen caudillo sabe ganarse a la gente. Es simpático, conversador, un político que palmotea la espalda, encanta, su aura y tamaño logran llenar el espacio vacío con su sola presencia, siendo capaz de improvisar con un incendiario discurso hasta hacer vibrar, como cuando cantó junto al pueblo en el funeral de Lucho Barrios “hay Dios mío esas dudas me quieren matar… tus lindos ojos lloran cada vez que se acuerdan de mí… dudo que sea feliz”. ¿Pensaba en Perú?

En síntesis, tal como lo sentenció Gabriel García Márquez, en Latinoamérica todo puede pasar, porque la realidad, supera la ficción.

 

Angel Soto, Profesor UANDES y USS.

 

 

FOTO: DIARIO LA REPÚBLICA/AGENCIAUNO

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