Acabo de leer una de las mejores memorias publicadas sobre Fidel Castro: La vida oculta de Fidel Castro. Las escribió un testigo privilegiado: Juan Reinaldo Sánchez, durante 17 años guardaespaldas del dictador caribeño. Acaban de aparecer en español, ya se encuentran en Chile, y las recomiendo con entusiasmo. Supongo que los críticos de la izquierda criolla –tanto renovada como estalinista- optarán por guardar silencio frente a este texto cautivador, informativo y bien escrito. Es un relato adictivo, inusual para textos sobre personajes históricos.

¿Quién puede conocer mejor al “máximo líder” que alguien que lo siguió por doquier durante más de tres lustros y que fue su última defensa ante un eventual atentado? Castro ha pasado más tiempo con sus escoltas que con su familia o colaboradores, y son los escoltas quienes conocen su verdadera vida. En momentos en que en La Habana circulan rumores contradictorios sobre la suerte del dictador (unos señalan que está muerto, otros que se recupera de un ataque al corazón tras enterarse del acercamiento de su hermano a Estados Unidos), es interesante leer sobre quien decidió durante cinco decenios el rumbo de la isla.

Sánchez, cinturón negro en artes marciales y campeón de tiro de Cuba, escribió el libro en el exilio, desde luego. Cayó en desgracia hace unos años, tras solicitar la jubilación como escolta. Sobrevivió dos años de cárceles y torturas, y logró huir de la isla en una nave que le cobró doce mil dólares por llevarlo en secreto a Cancún. Lo que más impresiona del texto es la brecha que existe entre el discurso revolucionario e igualitarista de Castro y su tren de vida, un tren que ya anhelarían los más ricos del planeta y que financian el pueblo empobrecido y las empresas que Castro maneja.

Las memorias comprenden diferentes ámbitos. Para los chilenos es interesante ver a Chile desde la perspectiva del comandante en jefe. Para él, nuestro país ha sido una obsesión, y Salvador Allende un obstáculo no menor. A Castro le complicó que Allende intentara instaurar el socialismo a través de la vía electoral. Sánchez sostiene que los hombres de Castro en Chile eran Miguel Enríquez y Andrés Pascal Allende, porque los financiaba La Habana y se identificaban con la vía armada. Añade que Manuel Piñeiro, jefe del espionaje cubano, se ufanaba que se enteraba antes que Salvador Allende de las novedades claves de Chile. La razón: su yerno cubano, agente de la embajada en Santiago, y el periodista Augusto Olivares, que se suicidó en La Moneda el once de setiembre de 1973, informaban a la dirigencia cubana. Sánchez se refiere también a quienes participaron en el asesinato de Jaime Guzmán y afirma que Cuba aún les brinda refugio.

El hombre que tenía la misión de no separarse jamás del dictador y de activar los micrófonos con que su jefe grababa las conversaciones en palacio, sostiene que todas las casas de protocolo así como pisos de los hoteles Habana Libre y Riviera disponen de tecnología para grabar audio e imagen. Afirma que de ese modo la seguridad ha reunido un formidable banco de información sobre opiniones, hábitos y preferencias sexuales de políticos, empresarios, artistas y líderes de opinión extranjeros que visitan la isla, y que así puede chantajearlos.

El escolta describe también las decenas de exclusivas propiedades, el yate, las naves y empresas que pertenecen al líder revolucionario, pero subraya que el sitio al que se escapaba cada semana es la paradisíaca isla Cayo Piedra, que cuenta con un sofisticado sistema de defensa anti aérea y terrestre. Agrega que allí nunca ha llegado ni su hermano Raúl.

Entre las medidas de seguridad que destaca Sánchez hay algunas sorprendentes: cada vez que Castro viajaba al exterior lo hacía en dos o tres aviones de modo que no se supiera en cuál volaba; cuenta con un doble que circulaba en el Mercedes Benz 500 blindado (obsequio de Sadam Hussein) cuando era necesario; siempre lo acompañan dos escoltas que tienen su mismo tipo de sangre para una eventual transfusión; dispone de seis invernaderos donde se produce la fruta y verdura que consume; y tiene una clínica exclusiva en el cuarto piso del palacio de gobierno.

Según quienes opinan que hoy se está recuperando, Fidel Castro se halla bajo cuidados intensivos en su casa (denominada Punto Cero), propiedad con varias hectáreas en las afueras de La Habana, donde vive con su esposa Delia Soto del Valle, con quien tiene cinco de sus nueve hijos. Según otros rumores, Castro sería enterrado junto a la tumba del héroe nacional José Martí, o en un mausoleo en la Sierra Maestra.

Difícil que exista otra persona que haya conocido tan bien al dictador como Juan Reinaldo Sánchez, durante 17 años su sombra. Los recuerdos de Sánchez son un documento imprescindible para quien aspira a estar bien informado sobre Cuba, que comienza a transitar por una nueva etapa.

 

Roberto Ampuero, Foro Líbero.

 

 

FOTO: MARCELO MONTECINO / FLICKR

Escritor, excanciller, ex ministro de Cultura y ex embajador de Chile en España y México. Profesor Visitante de la Universidad Finis Terrae

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