Urdiendo la trama del arte y los talleres
Visitar los talleres de artistas es de las mejores experiencias sensoriales, es entrar en sus “mundos privados“ para acercarnos y -en lo posible- llegar a entender los procesos creativos.
Con los supuestos acuerdos políticos y la “apertura” por la disminución de casos de Covid-19, igual, aún vivimos en la vacilación, con la sombra del caos mundial y las recaídas por efectos de la pandemia.
Visitar los talleres de artistas es de las mejores experiencias sensoriales, es entrar en sus “mundos privados“ para acercarnos y -en lo posible- llegar a entender los procesos creativos.
Siento que estamos en un punto de inflexión, con dudas y certezas, con fe y desconfianza, incertidumbres y esperanzas, todo depende del prisma y la voluntad con que se mire
Cuánto han cambiado las reglas de convivencia en esta “casa de todos” que es la ciudad y que hemos descuidado tanto; somos una familia que ya no lo es. Estamos divididos, inseguros, temerosos de circular libremente, sobre todo acercándose a las zonas de conflicto. Vivimos una ciudad físicamente tan polarizada como nuestras ideologías y posturas frente a la vida y a lo que entendemos por democracia y sociedad, de paso destruyendo patrimonio y memoria.
Si todos nos hiciéramos el propósito de pre-ocuparnos de nuestros hábitats, estoy seguro que la suma y resta de la ecuación, el costo/beneficio, sería insospechadamente satisfactorio y sanador. Punto de partida para recuperar la calma perdida, la confianza.
Descubre en este mapa los lugares recomendados por nuestros críticos gastronómicos.
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Los avances tecnológicos y la globalización nos tienen algo en jaque. No los alcanzamos a digerir cuando ya tenemos en frente un nuevo desafío por delante. Parte de este ajedrez ha sido la pandemia. Nos ha mostrado que la tecnología nos puede ayudar a ser más productivos en muchísimos aspectos, pero que seguimos siendo tan vulnerables y frágiles con ella como sin.
En todo lo que uno hace, si lo hace desde el corazón, entrega parte de su ser interior. Desde el modo en que uno se viste, actúa, gesticula, come, qué música oye, qué lee, en definitiva, cómo vive -de qué manera se conecta con el exterior-, todo deja entrever su yo íntimo. Ese modo de vida también tiene que ver con el cómo uno habita su arquitectura, se rodea de objetos, muebles, colores, texturas, personas… y también arte.
Mientras más alejados de lo racional, más abiertas están las ventanas de las sensaciones. Más permeables nos hacemos; más despojados de preconceptos; más emociones nos invaden el alma y el espíritu.
En la historia escrita del arte, las mujeres no han tenido visibilidad ni reconocimiento. Es recién en el siglo XX donde podemos ver luces de relevantes artistas olvidadas.
Un día, en un arranque de creatividad, me sorprendí haciendo una cara en el plato con unas pocas verduras. Se me vino inmediatamente a la mente un artista italiano que en el S. XVI pintaba retratos de personas, configurados con frutas, verduras, raíces, flores etc.: Giuseppe Arcimboldo.
Los estados de vigilia, de mente en blanco, de ocio, son los más propicios para los procesos creativos, ya que el cerebro sigue procesando información a través de redes y diferentes circuitos. Todos podemos ser creativos, pero la inspiración, la luz, no la vemos, no nace de manera espontánea. Hay un tiempo equivalente a la madurez, al estudio y la reflexión. Y no libre de errores, que son indispensables para el crecimiento.
La música es un grandísimo instrumento de compañía y alivio en tiempos de crisis, como nos recuerda el barítono, pianista y escritor español Ramón Gener en un profundo libro en el que aborda la muerte de su padre. Yo lo extiendo al arte en todas su manifestaciones, que resulta ser un refugio y herramienta de consuelo, distracción y reflexión.
Ejemplos de representantes de la disciplina fotográfica hay muchos y de excelencia, tanto nacional como internacional, pero me quiero detener en las nuevas y medianas generaciones de fotógrafas chilenas. El capítulo chileno (desde 2013) del National Museum of Women in the Arts (NMWA), con sede en Washington, tuvo la genial idea de convocar a 40 artistas fotógrafas locales para que a través de una fotografía (copia única) dejaran un registro de lo que para ellas ha significado el confinamiento por el Covid19. El proyecto, denominado “Historias de un Encierro”, se difundirá por plataformas de internet, redes sociales y también con una muestra física cuando las circunstancias lo permitan.
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