Señor Director:

Aunque se advierte en el último tiempo un bajo interés mediático respecto de los ataques incendiarios que históricamente se han registrado en la Araucanía, y que desgraciadamente se han repetido en las regiones vecinas, no se puede pensar que la violencia ha disminuido. Lejos de ello, y en mi opinión más grave aún, preocupan los ataques armados a carabineros donde, sin ningún temor y menos respeto, individuos encapuchados tratan de amedrentar a la policía en el ejercicio de sus labores de orden, seguridad y control de la delincuencia.

Lo ocurrido en Ercilla recientemente, donde el rescate de una camioneta robada a Junji terminó con un carabinero baleado y que solo pudo ser rescatado vía área ante el cierre de caminos que la policía uniformada enfrentó en el sector, sumado a los ataques reiterados que desconocidos en vehículos hacen de cuarteles y carros policiales en la misma comuna, me hacen reflexionar respecto de lo que sucede en la región. Las experiencias internacionales, particularmente en este continente, donde delincuentes se suman a organismos terroristas apoyados con recursos económicos y armas, son nefastas. Me preocupa que el sur de Chile siga siendo amenazado por quienes a través del terror, fuego y armas, tratan de imponer sus pensamientos.

Sabemos del esfuerzo de las autoridades y las policías en esta materia, pero a luz de los hechos parece que aún no son suficientes para controlar una violencia que sigue creciendo en intensidad y arrojo, como se pudo apreciar en la Araucanía, el mes que recién termina.