Señor Director,
La salud en Chile vive momentos cruciales. En la situación actual es difícil no sostener que la quiebra de las isapres llevaría a una gigantesca crisis. A pesar de ello, desde el Ejecutivo parecen tomar palco, sin las urgencias que se requieren, de vacaciones, y quienes quedan en el gobierno culpan a las instituciones privadas de todos los males. Si bien el sistema debe perfeccionarse, es importante reconocer que no son las isapres quienes regulan su funcionamiento, sino que el Estado, quien no parece querer llegar a una solución que mantenga el sistema privado.
Mucho se ha hablado de supuestas malas prácticas de las isapres, cobros indebidos, excesos, abusos, etc. Pero lo concreto es que podemos ver qué opinan las personas a través de sus propias decisiones. La realidad es clara en señalar que, a la hora de elegir entre un sistema público o uno privado, el que puede elige el sistema privado. Eso significa que, a pesar de todas las fallas que se le achacan al sistema – siempre perfectible –, las personas lo prefieren en lugar del sistema de salud público. Eso significa que los vicios de este último son de mayor relevancia para las personas.
Con todo, en lugar de subsanar los problemas, realizar las mejoras regulatorias que haya que hacer, y mejorar el pésimo funcionamiento del sistema de salud público (al cual se le ha entregado ingentes sumas de dinero), la autoridad pretende – en los hechos, no en las palabras – moverse a una solución monopólica estatal para el servicio de salud, algo que la gente no quiere, por razones evidentes. La crisis de las isapres es una crisis de los políticos, que miran con desprecio que las personas pretendan apartarse del Estado para satisfacer una necesidad.
Félix Berríos Theoduloz, economista