Señor Director:

Hace muchos años que estoy estudiando nuestra historia limítrofe con los países vecinos y me llama profundamente la atención lo que sigue: cuando se trata de defender nuestros intereses frente a Perú y Bolivia, el país reacciona como un todo –sin diferencias políticas– y presenta una posición sólida. En cambio, cuando se trata de alguna acción argentina, las autoridades chilenas reaccionan con una especie de temor atávico que las paraliza, que no tiene explicación racional; es una actitud sicológica que merece ser analizada a fondo. A lo más, se envían unas notas diplomáticas, que no tienen ningún efecto práctico.

El Senado argentino acaba de aprobar la semana pasada un  proyecto de ley para la extensión de su Plataforma Continental Austral más allá de las 200 millas náuticas, lo que afecta directamente nuestros intereses antárticos; entretanto, y también la semana pasada, hemos visto cómo nuestro Senado se desgarró por la aprobación de medidas de corto alcance, para ver quién gana más terreno en la arena del populismo.

Argentina podrá tener muchos problemas económicos y sociales, pero, a diferencia de Chile, tiene una visión geopolítica sólida y de largo alcance, que sigue adelante, conducida por profesionales, en forma independiente del gobierno de turno.