La muerte del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo paró en seco el proceso de mediación en Noruega. El militar fue detenido el 21 de junio y en los siete días siguientes ni sus familiares, ni sus abogados, tuvieron acceso a él. Estaba bajo la custodia de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM). Fue trasladado ante un tribunal militar el 28 de junio. Allí llegó en silla de ruedas, con las uñas llenas de sangre, no se podía mantener en pie y se le dificultaba hablar, de acuerdo con lo dicho por su abogado Alonso Medina Roa.

El comunicado oficial de la Fuerza Armada venezolana indica que antes de iniciar la audiencia de presentación se desmayó, razón por la que el juez ordenó su traslado inmediato a un hospital militar. A la 1:00 am del 29 de junio, Acosta Arévalo falleció. Lo que causó, incluso, la “conmoción” de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los DD.HH., Michelle Bachelet, por la “presunta tortura” de la que fue víctima el capitán, según señaló un comunicado de su oficina. De hecho, su detención ocurrió cuando la Alta Comisionada se encontraba aún en suelo venezolano atendiendo a un mandato de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

Desde Venezuela trascendió que el chavismo y la oposición, viajaban este 1° de julio a Barbados, para continuar la tercera ronda de conversaciones impulsadas por el país nórdico, y que se hicieron públicas a mediados del mes de mayo.

Aunque tanto Juan Guaidó, como Nicolás Maduro han admitido que este es un proceso que ya lleva tiempo. Hubo “meses de conversaciones secretas”, en palabras de Maduro. A la fecha se desconoce hasta el lugar a las afueras de Oslo en donde habrían sido. “Las partes han mostrado su disposición de avanzar en la búsqueda de una solución acordada y constitucional para el país, que incluye temas políticos, económicos y electorales”, esbozó apenas la Cancillería Noruega.

Este último punto sería la piedra de tope para llegar a un acuerdo, pues hasta el momento la mediación de Noruega no ha tenido resultados. Los delegados de Guaidó exigen elecciones justas y libres, lo que implica elegir a nuevas autoridades para el Consejo Nacional Electoral (CNE), sin Maduro en la Presidencia y lo antes posible.

La delegación de la oposición la conforman el vicepresidente del Parlamento Stalin González, el ex ministro de Transporte y Comunicaciones Fernando Martínez Mottola, el abogado y ex alcalde Gerardo Blyde, con la asesoría técnica de Vicente Díaz, ex rector del CNE. Los tres se mantuvieron firmes en que lo único a acordar es cómo y cuándo Maduro abandonará el poder en Venezuela.

En la trastienda del chavismo habría cada vez más personas convencidas -civiles y militares- de que esto es necesario para lograr superar la crisis que atraviesa el país. Más aún después de que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos estableciera sanciones contra Nicolás Maduro hijo, de 29 años, el pasado 28 de junio.

En una entrevista televisiva hecha este fin de semana, González afirmó que los avances en la negociación “seguirán trancados mientras no haya nuevos comicios y eso es lo que tiene que entender el chavismo”. En ese sentido, presentaron una propuesta con 12 puntos para lograr elecciones libres, justas y transparentes. “Hay falta de confianza de ambos lados para avanzar”, admitió.

También se ha filtrado que el chavismo estaría evaluando la figura de Héctor Rodríguez, actual Gobernador del estado Miranda, como un eventual candidato presidencial. Sin embargo, la periodista Ibéyise Pacheco, que ha estado al tanto de las reuniones, afirmó en su cuenta de Twitter que “la única incómoda parece ser Delcy, quien aspiraba que fuera su hermano”. Se refiere a Delcy Rodríguez, actual vicepresidenta de Venezuela y a su hermano Jorge Rodríguez, ministro de Comunicación e Información y Vicepresidente Sectorial de Comunicación, Turismo y Cultura.

Héctor Rodríguez y Jorge Rodríguez son los delegados por Maduro para negociar en Oslo.

El «hijo de Chávez» que aspira a la Presidencia

Quienes participan en la mesa de negociación son viejos conocidos. En particular Stalin González, enviado de Guaidó, y Héctor Rodríguez, delegado de Maduro. Ambos fueron dirigentes estudiantiles de la Universidad Central de Venezuela -equivalente a la Universidad de Chile-. El propio Rodríguez ha dicho que son amigos: “Tengo amigos que no coinciden conmigo en la forma de ver la política, la amistad va más allá de eso (…) Familiares, incluso, tengo una tía opositora, tengo amigos como Stalin o como Pizarro (actualmente en la clandestinidad), tengo compañeros de clase que son opositores y nos queremos muchísimo”. Aunque cuando Rodríguez quiso ser presidente de la Federación de Centros Universitarios, le ganó González.

González y Rodríguez obtuvieron protagonismo durante las protestas estudiantiles del año 2007, originadas por el cierre del canal de televisión RCTV, cuya línea editorial era opuesta a Hugo Chávez. La exposición mediática que tuvo Rodríguez hizo que el Mandatario lo viera y solicitara incorporarlo a sus filas. Rodríguez se graduó de abogado en 2008. Ese mismo año fue designado como ministro para el Despacho de la Presidencia a los 26 años de edad. Estuvo en el cargo durante cuatro meses, y desde entonces no se ha separado del Gobierno, ni del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), donde tuvo a su cargo la formación de las Juventudes. En la actualidad forma parte de su Dirección Nacional.

A Chávez lo considera un padre. “Para mí, Chávez era un maestro político. Dónde más aprendí de la vida política fue con él. Fui ministro de su despacho a los 26 años. Y además, le contaba ahorita al diputado de oposición Stalin González, que en una gira muy intensa, Chávez y yo visitamos 18 países en 6 meses, y además era (época de) elecciones de gobernadores y visitamos todos los estados. Y como él me veía como un hijo me decía: estudia esto, léete este libro, hazme un resumen. Es como un padre. Un hombre muy inteligente, muy disciplinado, muy ético”, afirmó en una entrevista en mayo de 2016, cuando dirigía la facción del PSUV en la Asamblea Nacional.

Esa cercanía le dio cierta autonomía dentro del partido. “El nuevo gobernador de Miranda, a pesar de tener buena relación con Maduro, no está totalmente casado con una facción, algo que puede jugar muy a su favor de cara al futuro”, analizaba Franz Von Bergen, autor del libro Auge y declive de la hegemonía chavista, luego de la elección de Rodríguez como gobernador de Miranda el 15 de octubre de 2017. Estado que había estado en manos del opositor Henrique Capriles durante los dos períodos previos. Fue entonces cuando Rodríguez comenzó a perfilarse como “presidenciable”. Logró la Gobernación con 51,54% de los votos. Por encima del 45,92% del opositor Carlos Ocariz.

Algo que en Venezuela se notó durante su campaña por Miranda fue que el abogado se alejó de los referentes tradicionales del chavismo. Se vistió siempre de azul, y no de rojo, color del que el chavismo se ha apropiado durante los últimos 20 años. Tampoco se valió de los símbolos que aludían a Chávez y no utilizó la “guerra económica” en sus discursos. En cambio, reconoció que el país pasaba por “muchos problemas”. Sin embargo, quienes estaban con él la noche que ganó las elecciones notaron cómo una vez anunciado el triunfo se puso una chaqueta roja, encima de la camisa azul.

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El 2 de octubre de 2017 respondió en una entrevista radial, en la que le preguntaron si tenía aspiración presidencial: “Mi camino me ha ido llevando. Fui ministro y diputado sin trabajar para ese objetivo. Para mí lo más importante es trabajar para que mis hijos vivan en un país tranquilo, con paz y seguridad”.

La «venganza» de los hermanos Rodríguez

En una acera más radical se encuentran los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez -que no tienen parentesco con Héctor-. Si bien la Vicepresidenta de Venezuela no asiste como delegada a las conversaciones, figura en los dos videos que ha compartido en Twitter Maduro para referirse al tema.

A su hermano Jorge, por su parte, no le son ajenas las instancias de conversación con la oposición. En los diálogos ocurridos entre 2017 y 2018 en República Dominicana, en los que participó como mediador el entonces canciller chileno Heraldo Muñoz; Jorge Rodríguez participó como jefe de la delegación de Nicolás Maduro.

En una columna de opinión publicada en The New York Times, el diputado y representante de Venezuela ante el Grupo de Lima, Julio Borges, reveló lo siguiente sobre su participación: “Jorge Rodríguez dijo varias veces que ellos aspiraban a que el mundo tratara a Venezuela como a Cuba. La inesperada confesión de Rodríguez puso al desnudo la pretensión del régimen: ser una dictadura aceptada, como ocurrió con la que encabezó Fidel Castro por más de cincuenta años y que recientemente arribó a su sexta década”.

Desde entonces, la oposición venezolana buscaba acordar condiciones para una elección presidencial con un mínimo de garantías democráticas. Lo que no se logró.

En el ámbito personal, la vida de los hermanos Rodríguez estuvo marcada por el asesinato de su padre, el guerrillero y político de izquierda Jorge Antonio Rodríguez, quien fue dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y fundador de la Liga Socialista en Venezuela. “El Socialismo se conquista peleando”, era su slogan.

El 27 de febrero de 1973, fue secuestrado William Frank Niehous, vicepresidente de la Owens-Illinois Venezuela, por grupos de izquierda. Al norteamericano se le consideraba un espía del imperio y, además, se lo apuntaba como involucrado en la caída de Salvador Allende. En los tres años que permaneció secuestrado se cobró varias veces dinero por su rescate.

La Dirección General Sectorial de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP) detuvo a Jorge Rodríguez padre el 23 de julio de 1976. Fallece el 25 de julio. Al igual que el capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo, Rodríguez padre fue torturado para que confesara algo sobre el secuestro de Niehous. Después de todo, le dio un infarto a los 34 años.

El suceso marcó la historia política de sus hijos. Jorge tenía 11 años, y Delcy Eloína, 6.

“La revolución es nuestra venganza por la muerte de nuestro padre y sus verdugos. Es la oportunidad de demostrar lo profundamente humano que es el socialismo”, afirmó la Vicepresidenta en una entrevista ofrecida en junio de 2018.

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Jorge Rodríguez hijo es médico psiquiatra egresado de la Universidad Central de Venezuela. Es el dirigente chavista que mejor conoce la estructura del Consejo Nacional Electoral, pues fue su directivo y, luego, Presidente. Siendo parte de esa institución se realiza el referéndum revocatorio contra Chávez en 2004, que gana el Mandatario. Permaneció en el CNE hasta abril de 2006, y en enero de 2007, Chávez lo designó Vicepresidente Ejecutivo de la República. Desde entonces ha dirigido distintas campañas electorales que han dado como ganadores al chavismo. 

Este Rodríguez, reconocido en Venezuela por su sonrisa ladeada, fue alcalde de Caracas desde noviembre de 2008 y logró permanecer en ese cargo hasta noviembre de 2017, cuando Maduro lo nombra Ministro de Comunicación e Información.

Delcy, en cambio, no fue una figura relevante durante el mandato de Hugo Chávez. El protagonismo lo asumió con la llegada de Maduro. Se ha desempañado, entre otras funciones, como Canciller, presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente (un instrumento creado por Maduro para reformar la Constitución Vigente), y como Vicepresidenta. 

Es recordada por su discurso al asumir en la Constituyente en agosto de 2017, cuando señaló: «En Venezuela no hay hambre, en Venezuela hay voluntad (…) aquí no hay crisis humanitaria, aquí hay amor».

No obstante, en un estudio de opinión reciente, elaborado por la encuestadora Datincorp, ninguno de los hermanos Rodríguez figura entre los candidatos a la pregunta: “Si por alguna razón se adelantaran las elecciones para elegir al Presidente de la República ¿por cuál de estos candidatos votaría usted?”. Sí aparece Héctor. Por el chavismo el favorito es Nicolás Maduro (16%), seguido, con igual porcentaje de aceptación, de Diosdado Cabello (1,33%), y Héctor Rodríguez (1,33%). En general, Guaidó es el político mejor aspectado con 33,28%. 

El interés de la comunidad internacional

Cuando la Alta Comisionada para los DD.HH., Michelle Bachelet, terminó su visita de tres días a Venezuela, conminó: “He apelado a todos los líderes políticos a que participen constructivamente con el diálogo facilitado por Noruega y con cualquier otro esfuerzo para intentar enfrentar la actual situación política en Venezuela”.

Noruega no reconoció a Guaidó como Presidente Encargado, tras su juramentación en enero; y tampoco es Estado miembro de la Unión Europea. En cambio, en las últimas décadas ha sido facilitador en más de 20 procesos de diálogo, uno de ellos las conversaciones entre el Gobierno colombiano y las FARC. Precisamente el jefe de la mediación entre Guaidó y Maduro es Dag Nylander, diplomático noruego que ayudó a conseguir el acuerdo de paz en Colombia. 

En el proceso colombiano también participó Cuba, que junto a Rusia y China son los aliados claves de Maduro. 

Una investigación del portal venezolano Prodavinci reveló que durante el primer semestre de 2019 hubo “351 reuniones, con la participación de 109 gobiernos y funcionarios de 7 organizaciones internacionales, sobre las que consta oficialmente que el tema venezolano estuvo incluido en la agenda”.

De este modo, el gobierno de Donald Trump concretó 112 contactos oficiales con representantes de 45 países. China es el segundo país que entró en contacto con mayor cantidad de países e instituciones, con 43. Mientras, la Unión Europea participó en 37 reuniones con 17 países.

“El gobierno de Cuba se encontró tres veces con funcionarios de la Unión Europea, y otras tres con funcionarios del gobierno canadiense. Representantes de La Habana se reunieron en dos ocasiones con funcionarios del gobierno de Vladimir Putin”, subrayan.

El canciller cubano, Bruno Rodríguez señaló en una rueda de prensa con su homólogo ruso, Sergei Lavrov, que “Cuba apoyará cualquier iniciativa dirigida a promover el diálogo respetuoso basado en la igualdad soberana, con estricto apego a los principios del derecho internacional, en particular el no uso, ni la amenaza del uso de la fuerza, la no injerencia y la no intervención en los asuntos internos de los Estados”.