Dentro de las funciones de Instagram existe la posiblidad de hacer encuestas o “instagram polls”. Éstas pueden utilizarse para elegir el color de un vestido, realizarse un corte de pelo o como una eficaz herramienta de marketing. ¿Pero qué pasa cuando esa misma tecnología se emplea para una resolución vital?

Una joven de 16 años hizo uso de esta herramienta interactiva para decidir sobre su eventual suicidio. La pregunta era simple: “Realmente importante, Ayúdame a elegir D (death: muerte) / L (life: vida)”. El 66 por ciento de sus seguidores votaron por la D. La adolescente de Malasia optó entonces por saltar del tercer piso de un edificio en Sarawak. La identidad de la víctima no fue revelada. Según la información que se maneja hasta el momento la niña tenía antecedentes de depresión y puso término a su vida cuando la primera opción ganaba por cerca de dos tercios. Posteriomente la encuesta terminó con un 89 por ciento de sus seguidores animándola a no suicidarse, pero de acuerdo con las autoridades esta cifra pudo verse alterada por la difusión de la noticia del incidente.

Nuevamente Instagram muestra la cara más oscura. Y como es una constante cuando las redes sociales se ven enfrentadas a situaciones complejas, la compañía emitió rápidamente un comunicado expresando su pesar a la familia de la joven y llamando a acudir a los servicios de emergencia frente a alguna conducta extraña. “Como parte de nuestros propios esfuerzos, instamos a todos a que utilicen nuestras herramientas de información a que se pongan en contacto con los servicios de emergencia si observan algún comportamiento que ponga en peligro la seguridad de las personas”, declaró Ching Yee Wong, encargada de comunicaciones de la red social para Asia Pacífico.

“No tengo ninguna duda de que Instagram ayudó a matar a mi hija”, declaró el padre de una menor que se suicidó el 2017 a la BBC.

Este lamentable hecho se suma al suicidio de una niña de 14 años en Inglaterra el 2017. “No tengo ninguna duda de que Instagram ayudó a matar a mi hija”, declaró el padre de la menor hace unos meses a la BBC. Tras la muerte de la pequeña, la familia revisó las diversas plataformas sociales a las que ella accedía encontrando publicaciones sobre la depresión y las autolesiones. “Había cuentas de gente que estaba deprimida, que se autolesionaba o que se planteaba poner término a su vida”.  Y ese material todavía está disponible. Por ejemplo, al escribir #suicide aparece una advertencia ofreciendo ayuda y apoyo, pero el contenido igualmente está al alcance de cualquiera. Varios post son esperanzadores y contienen mensajes de apoyo, pero otros resultan absolutamente perturbadores. Además, los logaritmos de Instagram hacen la tarea de búsqueda aún más sencilla, ya que es la misma plataforma la que posteriormente ofrece publicaciones relacionadas. Caldo de cultivo para el efecto Werther, fenómeno que describe cómo el suicidio de una persona conduce a otras a imitarla. También denominado “copycat”, constituye actualmente una de las externalidades negativas del libre acceso a la información en las redes sociales, especialmente en el caso de  jóvenes y adolescentes.

Difícil encontrar un espacio en que las redes sociales no reinen y, al mismo tiempo, un espacio que no pueda ser mal utilizado.

Pasos se están dando. Facebook anunció una nueva política tras los atentados a dos mezquitas en Nueva Zelanda. La masacre fue transmitida en vivo a través de la plataforma por 17 minutos, tiempo más que suficiente para que se viralizara. Tras la oleada de críticas y con una fuerte campaña mediática liderada por la Primera Ministra Jacinda Ardern, la red social informó que en Facebook Live aquellas personas que emitan contenidos violentos verán sus cuentas suspendidas en forma inmediata por un tiempo determinado. Y en algunos casos podrán ser eliminadas definitivamente.

Estrategias para burlar los controles hay varias. Una consiste en editar los videos para que éstos no sean reconocidos por la plataforma, lo que sucedió con el material de la masacre de Christchurch, dificultando que el sistema los borrara. La compañía de Mark Zuckerberg decidió trabajar en conjunto con las universidades de Maryland, Cornell y Berkeley para desarrollar un mecanismo de control más efectivo. Pero claramente los cibernautas avanzan más rápido.

Las redes sociales surgieron como una forma de interactuar y sociabilizar. Ahora son una herramienta de marketing, una plataforma política, un medio de información… Difícil encontrar un espacio en que no reinen y, al mismo tiempo, un espacio que no pueda ser mal utilizado. Por eso sus administradores deben ser proactivos y no reactivos, tomar medidas que prevengan futuras malas prácticas y no tan solo pedir disculpas  cuando el daño ya está hecho.